El filón de los líos que montan nuestras leyes
A veces las dinámicas propias de la Administración pública dan lugar a situaciones curiosas. El otro día comía en Sevilla con un antiguo compañero de ESADE que, entre plato y plato, me contó sus últimos cambios profesionales y cómo había pasado del calorcito que proporciona estar en un confortable puesto de la Administración a salir al mundanal ruido para empezar a ganarse la vida a costa de las oportunidades de negocio que el propio (dis)funcionamiento administrativo genera.
El negocio en cuestión viene derivado de la puesta en marcha de la denostada Ley de Contratos del Sector Público. Ya hemos hablado de ella varias veces en este blog (Plataforma de Contratación del Estado, ¿Hacia una nueva i-contratación pública?) , no desde un punto de vista técnico (no es mi materia), sino de las implicaciones que sobre el funcionamiento de las Administraciones podía ocasionar. Mi amigo, sin embargo, sí que desde su puesto público conocía todos los detalles y se vio un filón en el el lío tremendo que una ley tan farragosa podía ocasionar; sobre todo a entidades del sector público de una dimensión limitada y alejadas del núcleo duro administrativo (empresas estatales, fundaciones públicas, etc.), que no disponen de las legiones de funcionarios conocedores del derecho administrativo que esta Ley exige para su correcta aplicación.
¿La solución? Montar un negocio dedicado a resolverle la vida este tipo de entidades mediante la gestión de procesos de licitación, empezando de forma modesta (simplemente por la elaboración de pliegos) para crecer progresivamente hasta llegar a una gestión integral que suponga ejecutar todos los pasos del proceso (legalmente permitidos).
Desde luego una curiosidad y una "buena noticia" que las nuevas leyes que se hacen den tanto trabajo ahora que tan falta hace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario