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reflexiones sobre administración pública inteligente

domingo, 18 de noviembre de 2007

La nave pública en el océano de las incertidumbres


Después de leer el artículo "Gestión estratégica del personal público: marco conceptual para construir y gestionar la capacidad del capital humano en el siglo XXI" del profesor Ali Farazmand me gustaría esbozar algo sobre un aspecto importante, y creo que poco tenido en cuenta, como es en qué entorno se mueve hoy la Administración pública, por qué se caracteriza, cómo es la relación entre ambos y qué se está haciendo.

Hay una continua referencia en artículos, conferencias, libros, etc. a la extraordinaria incertidumbre, vertiginosa mutación y suprema complejidad del mundo en que vivimos. Todo el mundo habla de ello. Pero tal es la insistencia que al final nos estamos acabando por acostumbrar y a darlo como verdad absoluta...."es así y ya está". Un artículo más sobre el tema lo leo hoy y está escrito por Salvador Paniker, filófoso y escritor, "Pensar la complejidad". Este entorno se compone de un conjunto de actores cada vez más fragmentado, global, con intereses variables y complicados de predecir, irregulares en su capacidad de influencia. Una parte son unos ciudadanos más diversos , (supuestamente) más informados y mejor educados, lo que les hace más exigentes e imprevisibles.
En este océano tan complicado debe moverse el barco público. La cuestión es si, teniendo en cuenta lo anterior, se alcanza a ver su dimensión y se está haciendo algo. Es decir, si por ejemplo se está dotando al barco de modernos sistemas de navegación, de nueva sala de máquinas y a la tripulación de nuevas capacidades. O si, por el contrario, estamos tan abrumados que mejor seguir en dinámicas más estables y conocidas pensando que el peso y la inercia de las organizaciones son de tal dimensión que difícilmente se llegará al naufragio.

Uno de los problemas es que, por lo general (hay excepciones), el mundo público es endogámico y tiende a verse así mismo con un cierto aire de altivez y preeminencia. Sus organizaciones evidentemente han de relacionarse con intensidad, pero lo hacen de forma distinta según se trate de una relación entre ellas o con otras del mundo económico o civil. Todavía hay mayormente de un cierto sentido de superioridad en este caso. Las personas que trabajamos en lo público igualmente no tenemos dificultad para relacionarnos, pero nos sentimos más cómodos haciéndolo con otros también del mismo universo que con el mundo exterior, al que solemos mirar "de otra forma".

Para mejorar estos aspectos se está produciendo en los últimos tiempos un cambio de paradigma: la administración abierta y relacional. Engloba todas aquellas iniciativas y mecanismos que hacen de lo público más accesible, transparente y amable así como un cambio cultural importante en la forma en establecer vínculos con los diferentes actores fuera de lo público, que afecta a las actitudes (humildad vs. prepotencia), los instrumentos (cooperación vs. intimidación), o al resultado ("ganamos los dos"- vs. "yo produzco, tú soportas").

En lo que no parecen existir avances es en la gestión del personal público. Seguimos instalados en la cultura de "administrar personal" que en considerar el "valor estratégico del personal". Es sin duda más sencillo certificar trienios, contar asuntos propios o el "café para todos" que abordar como dice el profesor Farazmand una "perspectiva de desarrollo y construcción de capital humano a largo plazo que oriente la preparación actual y futura (...) " o "determinar posiciones clave fundameentales que enlazan los sistemas nerviosos de las organizaciones de gobierno".

Y algo habrá que hacer ..... porque las turbulencias, ambiguedad y complejidad del entorno va a demandar una Administración cada vez mejor preparada ..... y preparada en lo que le da cuerpo como son las personas y las nuevas tecnologías.

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