La crisis que viene en el talento público
Leo en los últimos días en prensa dos noticias con un transfondo común: hoy el diario Expansión se hace eco de la reunión de los representantes de FEDECA (asociación de cuerpos superiores de la Administración del Estado) con la ministra Batet en la que éstos le manifiestan su preocupación por la "falta de cantera en los puestos más altos de la Administración". Hace un par de días, el Independiente informaba sobre las modificaciones en las pruebas de acceso al cuerpo de Inspectores del Estado "para hacerlas más atractivas ante la evidente carencia de candidatos".
Se produce todo ello en un contexto marcado por diversas circunstancias. Puedo confirmar que son así tras años dando clase en la Universidad a jóvenes de entre 19 y 21 años que cursan estudios de Derecho y ADE y años impartiendo en varios cursos selectivos de cuerpos superiores AGE en los que el participante habitual (recién aprobado en alguna de estas duras oposiciones) es persona madura con años de experiencia profesional previa a sus espaldas.
Primera constatación. La necesidad que tienen la práctica totalidad de las organizaciones de captar talento, especialmente en áreas emergentes como son las relacionadas con el talento digital.
Segunda constatación. La dificultad que tienen las Administaciones públicas para retener a altos funcionarios de determinados cuerpos de élite que disfrutan de buenas salidas profesionales en el sector privado.
Tercera constatación. Las muy cuantiosas hornadas de altos funcionarios que ya se están jubilando y más que lo harán en los próximos años. Son hoy muy evidentes las carencias en determinados colectivos públicos en España (se habla de una falta de más de 4.000 especialistas médicos)
Cuarta constatación. El desinterés y desconocimiento por parte de los jóvenes sobre lo público, lo poco que se sienten atraidos por una Administración que la mayor parte de ellos ven como rancia y obsoleta.
Quinta constatación. La poca disposición y el alto sacrificio económico por parte de estos mismos jóvenes para dedicar largos años de su vida a encerrarse y memorizar centenares de temas que luego tendrán que recitar ante el tribunal correspondiente.
Sexta constatación. Las rigideces y el escaso incentivo que estos mismos jóvenes sienten hacia un empleo público ensombrecido ante el aparente mayor brillo del sector privado.
El panorama que marcan estas consideraciones es preocupante, pero lo es aún más la aparente falta de estrategia para atajarlas . Optar por el continuismo y el incrementalismo es mala solución; el impacto, a medida que pasen los años, será mayor por cuanto mayor será la brecha entre las necesidades y los instrumentos de los que disponen las Administraciones.
Urge por tanto abordar una reforma profunda del modelo de gestión de personas de la Administración en España, especialmente en lo referente a la selección, planificación, organización profesional y compensación.
Acceso, movilidad, distribución de efectivos, organización por cuerpos o retribución son aspectos que urge flexibilizar y aperturar; simplificar y renovar; reclasificar y replantear. Con compromiso, luces largas y consenso.
No hay otro camino si queremos que nuestro país disponga de una Administración del siglo XXI.