Open government: ¿sólo palabras?
En los últimos tiempos vengo hablando menos de open government. Gran parte de los asuntos de esta bitácora vienen mediatizados por la actualidad y ésta es ocupada casi en su totalidad por la crisis y las medidas que van adoptándose, que es sobre lo que vengo comentando últimamente.
Vuelvo al tema del open government de la mano del estupendo post que leí el otro día en el blog de Andrés Nin titulado Gobierno Abierto: año y medio descubriendo a qué nos enfrentamos.
Como bien dice Andrés ha pasado ya un tiempo desde que en EEUU la Administración Obama diera el pistoletazo de la iniciativa más importante a nivel institucional. Año y medio en la vida pública es como un milisegundo en la vida normal, es decir, nada y aunque en mi opinión es aún pronto para evaluar, hay algunos factores preocupantes que, los que creemos en esto, debemos denunciar.
Los principios de gobierno abierto son lo suficientemente sugerentes como para que todo el mundo desee incorporarlos en su discurso o programa electoral: participación, transparencia, democratización, colaboración, etc. es una musiquilla que suena bien, especialmente para los políticos. Como gusta y es lo fácil se viene observando que en nuestro entorno político-administrativo el gobierno abierto de momento, salvo excepciones, está más en el discurso que en la realidad de las políticas públicas concretas.
Inicialmente sensibilizar es asumible y así se puede estar algún tiempo. Pero en algún momento habrá que pasar de las palabras a los hechos: plasmar las intenciones en una estrategia de gobierno abierto (en su sentido amplio de política+Administración) , sostenida por una normativa y presupuestos que, como bien dice Andrés, contribuyan a incorporarlo como una pauta política y administrativa más, independiente de colores políticos y coyunturas específicas.
Si esto no ocurre me temo, y no quiero ser aguafiestas, que esta moda (como tantas otras) puede acabar en un bluff. La crisis, contrariamente a lo que debiera suceder, no está ayudand; más bien al contrario, está sirviendo de excusa para adoptar medidas "fáciles" que supongan realmente no cambiar nada.
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