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reflexiones sobre administración pública inteligente

martes, 9 de junio de 2009

Un nombramiento como ejemplo


Casi dos años escribiendo mis puntos de vista sobre la Administración en este blog dan para mucho, posts mejores y peores, comentarios varios, temática diversa, etc. Hoy escribo la entrada número 300 (que ya son !) y lo voy a celebrar comentando el reciente nombramiento de nuestros colegas de la blogosfera pública Alberto Ortiz de Zárate e Iñaki Ortiz como directores de Atención Ciudadana y Modernización Administrativa de la nueva Consejería de Justicia y Administración pública del Gobierno Vasco.
Este post no va a ser simplemente un post de felicitación. Felicitarles ya lo he hecho en un comentario en su blog (hacía el nº 73) y personalmente a Alorza esta mañana cuando hemos coincidido en las III Jornadas Aporta de Reutilización de Información del Sector Público en Europa. También lo han hecho muchos miembros de esta comunidad que es la blogosfera.

Mi intención es tomar este caso como ejemplo para una apostar (una vez más!) por una función directiva profesional en lo público que sirva de base para una nueva forma de entender la Administración. Todos los días pasan por mis ojos disfunciones en la provisión de puestos de trabajo en el sector público; las veo y las sufro, como cualquier gestor público de un mínimo nivel de complemento de destino. Entiendo por "disfunciones" algo tan simple como la no adaptación del perfil profesional del empleado a los requerimientos del puesto de trabajo vacante que se presta a ocupar. Dichas disfunciones vienen provocadas por todo un conjunto de mecanismos de selección, provisión de puestos y desarrollo profesional que hoy en día no se sostienen. Y lo más grave, que cuando se ha intentado algo nuevo van los tribunales y tumban las nuevas propuestas (si alguien tiene la última sentencia del TS que suprime algunos elementos de la OEP del 2006 que me las haga llegar, por favor).

El tema se pone más serio aún cuando hablamos de puestos con mayor responsabilidad, que son los que tienen que tirar de la Administración para el logro de los objetivos políticos fijados por los que legítimamente han sido elegidos por los ciudadanos. No soy el único que demanda una función directiva profesionalizada para el ámbito público; muchos profesionales, asociaciones, agentes externos, etc. también lo hacen. Aunque no sé si bajo el mismo epígrafe de función directiva profesional se esconde lo mismo:
  • "Función directiva": no me refiero a puestos que representaran un peldaño más del escalafón administrativo al que llegar después de acumular trienios y con unas funciones de aplicación sin más de instrucciones o normas con unos presupuestos. Sería algo más: puestos entre los políticos y administrativos que tuvieran que gestionar su entorno participando en la formulación de la estrategia y traduciendo las directrices para sacar el máximo rendimiento a una Administración, cuyos mecanismos deben conocer en profundidad.


  • "Profesional": en mi opinión significa, ya de antemano, el alejamiento de los políticos de este tipo de puestos. Pero no por capricho, sino porque lo que se demanda son personas con competencias demostradas; competencias que serán las que sean, según el puesto de trabajo (habrá puestos que demanden más conocimientos y otros más habilidades de un cierto tipo). Para lograr ese alejamiento mi propuesta es un cambio radical de cultura en la propia clase política, porque son ellos los responsables de anteponer un buen funcionamiento de lo público a sus propios intereses partidistas, y son ellos los que tienen que cambiar. En este país, sin embargo, lo hacemos a nuestra manera: promulgamos leyes que incluyen "reservas" poco eficaces y así pensamos que se resuelve el problema, ocurriendo justamente lo contrario, que sigue igual o se agrava, porque los políticos o hacen la correspondiente excepción a la ley o buscan acólitos que cumplan la "reserva" aunque sean de un cuerpo funcionarial y con una hoja de servicios en las antípodas de los requererimientos para el puesto (como aquel director general del secretariado del gobierno que pasó a director general de calidad ambiental)

El caso del nombramiento de Iñaki y Alorza muestra una camino a seguir para los que pensamos que las cosas se pueden hacer de otra manera. En este caso, una política como Idoia Mendia, la Consejera, no busca a compañeros de partido ni afines para cubrir puestos que demandan una importante competencia profesional: selecciona a personas que tendrán las ideas políticas que tengan (como todos) pero los elige porque han trabajado muchos años en esas áreas, porque despliegan ideas e iniciativas todos los días a través de su blog y porque tienen el reconocimiento profesional de toda una comunidad. Ahh, y no ha hecho falta una reserva legal para garantizar este nombramiento.

5 comentarios:

Iñaki Ortiz dijo...

Ya sabes que coincido plenamente contigo con respecto a la propuesta de directivos públicos profesionales.

Creo que debería ser una figura abierta a funcionarios y a profesionales externos, pero garantizando siempre la adecuación al puesto y la objetividad del proceso de selección.

No es una cosa tan extraña. Es lo que hacen las empresas con total normalidad. Y ni siquiera me parece un debate tan complicado. Es una cuestión de intereses y de voluntad política.

Gracias por la reseña, Oscar. Seguimos en contacto.

Anónimo dijo...

Iñaki, creo que es la primera vez que discrepo de tí (o una de las pocas veces en todo caso). La profesionalización del directivo público pasa, precisamente, por que sea un profesional de lo público. Lo contrario, sólo lleva a la politización de la Administración. En el caso particular de las TIC, suele ser, además, un desastre sin paliativos. Dado el exceso de profesionales del sector, el político de turno le es mu fácil encontrar un amigo descolocado que es muy listo y sabe mucho de "formática" (término que utilizaba mi abuela, que en paz descanse).

Antes de entrar en esto de lo público he estado lo suficiente en lo privado para:
1) Tener responsabilidades sobre objetivos empresariales
2) Saber apreciar en el cambio a lo público la diferencia entre la dirección en una y otra esfera y entender porqué es tan difícil tener la más mínima responsabilidad en lo público (y no desearla para mí)

En fin, que soy un acérrimo defensor de velar por la estricta profesionalidad del directivo público, entendiendo ello como el establecimiento a ultranza del requisito funcionarial de los mismos

ocortes dijo...

@iñaki ortiz y @apunteselectrónicos .... Respetando todas las opiniones y saludando la discrepancia, todos estamos a favor de lo que dice @apuntes de VELAR POR LA ESTRICTA PROFESIONALIDAD DEL DIRECTIVO PÚBLICO. Ahora bien, no entendemos lo mismo por ello; en mi opinión, lo primero es la institucionalización de dicha función, cosa que hoy no ocurre. En este país tenemos un serio problema en relación al papel de los partidos políticos y lo que pasa cuando tocan el terciopelo del poder. Y pretendemos resolver la nefasta práctica habitual (¡claro que ocurre!) de recompensar a los amiguetes del partido con ciertos con un blindaje normativo de que sea "funcionario" sin más. En las democracias avanzadas como la británica o las nórdicas esto no ocurre. Para mí lo que hay que hacer no es poner una norma con dicha reserva como se hace en la AGE (que se demuestra tantas y tantas veces que es un despropósito... ejemplos hay a decenas), sino 1º institucionalizar los puestos de directivos públicos sometidos a criterio profesional; 2º cambiar radicalmente la cultura política, de forma que los políticos entiendan que estos puestos no los deben ocupar amiguetes de partido; 3º definir claramente los puestos y los requisitos de acceso.
Para mí esto es PROFESIONALIZAR, y no lo que hacemos en este país con un pensamiento burocrático tan arraigado de creer que creando normas para todo ya se resuelven los problemas ("la falacia de la norma").
Si se aplicaran esos principios, para cubrir un puesto como DG de Telecomunicaciones la realidad sería que el 95 % (si no el 100%) de los casos los ocuparían funcionarios TIC, porque en dicho cuerpo efectivamente hay gente capaz y preparada con amplia experiencia público-privada para desempeñar esas funciones. Sin embargo, con esa norma ya vemos que o se hacen excepciones sin problemas y pasa lo que pasa o tranquilamente el político de turno puede enchufar a su amigo TAC (p.ej.) para ocupar esa dirección y ya me contaréis.....

Iñaki Ortiz dijo...

Suscribo el comentario. Efectivamente, lo primero es institucionalizar la figura del directivo público. Y, después, abrir su cobertura, sí, pero con un proceso de selección objetivo y basado también en criterios profesionales.

Por cierto, enhorabuena por los 300 posts que llevas escritos. ¡Quién lo hubiera dicho al principio, eh!

Anónimo dijo...

Vale, y ¿qué es un proceso de selección basado en criterios objetivos sino una oposición?, ¿acaso los cuerpos superiores de la administración no están precisamente para ser los directivos de la misma?. La figura del directivo público está institucionalizada hace tiempo, otra cosa es que a algunos no les gustara que tuvieran que ser funcionarios y crearan la figura de los puestos exceptuados para las DG. Las llamadas a una institucionalización basada en la no existencia de la misma no es más que ayudar a crear un coladero para nuevos cargos políticos. En mi opinión, la unica mejora de la institucionalización pasa por eliminar las excepciones y, si acaso, por una mayor transparencia en los procesos por los que se pasa de funcionario de a pie a funcionario directivo (entendiendo como tal no sólo DG sino también SG) con garantía de reserva de puesto origen.