i-public@
reflexiones sobre administración pública inteligente

martes, 14 de octubre de 2008

¿Privatizar para después nacionalizar?


Hace ya años que no deja de escucharse desde muchos lados la palabra privatización. Según la Real Academia, privatización es el acto de transferir una empresa o actividad pública al sector privado. Aunque simple, esta definición abarca un amplio campo de posibilidades:

  • Privatizar como venta de patrimonio público al sector privado: sería el caso de vender por ejemplo las acciones de una empresa en manos del Estado a inversores privados. Sería el grado 1 : un sentido más estricto del término.
  • Privatizar como ceder la prestación de un servicio público a empresas privadas, aunque manteniendo la titularidad de la Administración sobre el mismo. En este caso, la responsabilidad recae en el ámbito público y, por tanto, también el control de que el servicio se preste bajo estándares de calidad. Sería lo mismo que "externalizar".
  • Privatizar como la introducción de fórmulas de partenariado público-privado en la financiación y ejecución de proyectos (p.ej. de obras públicas).
  • Privatizar como descentralizar administrativamente a través de fórmulas organizativas (p.ej. sociedades mercantiles) que funcionen bajo el derecho privado, aun manteniendo una titularidad cien por cien pública. Algunos también llaman a esto privatizar.
Misma palabra para muy diferentes conceptos: no es lo mismo vender una sociedad pública de 60.000 trabajadores, hacer que desaparezca el papel del Estado en un cierto sector con interés público y reducir el patrimonio de todos que crear una agencia o externalizar el servicio de ordenanzas de un Ayuntamiento. Pero siempre se habla de privatizar y en muchas ocasiones con un tinte dramático y exagerado. Una cierta manipulación, en definitiva, de un término hacia una sociedad que no entiende de matices como los mencionados anteriormente.

¿Quiere ello decir que estoy a favor de privatizar? NO. Lo que quiere decir es que las cosas no son tan simples, el abanico de posibilidades amplio y los debates tienen que ser más sólidos, evitando quedarse en el slogan de turno.

Algunos factores se han sumado para poner de moda el término privatizar:
  • El ideológico: desde la revolución conservadora de los años 80 se ha venido imponiendo la idea de limitar el papel de lo público a lo mínimo, dejando libertad a los mercados para su funcionamiento y adelgazando un aparato burocrático tachado de ineficaz, ineficiente y muy costoso. Discurso acogido, con diferentes matices, por conservadores y socialdemócratas de las democracias occidentales.
  • La gestión: dada la dificultad de lograr objetivos cada vez más ambiciosos con presupuestos limitados y con un corsé administrativo complejo de manejar, aparecen los "atajos" en forma de externalizaciones, muy aceptadas y preferidas por unos gestores públicos cada vez más presionados.
  • La esclerosis administrativa: tener una Administración reacia a evolucionar, rehén de grupos de interés internos que se resisten a perder cuotas de poder o de postulados válidos para una época pero carentes de sentido en la actualidad, ha acabado deslegitimando el valor de lo público y alimentando el discurso privatizador.
  • Los intereses: el súbito alumbramiento de la idea de que "todo puede ser negocio", ha hecho encontrar campos de rentabilidad económica que hasta hace poco estaban ajenos de dicha lógica por tener una naturaleza de derecho o interés colectivo.
Total que llegamos ahora y después de tanto discurso y tanta acción privatizadora llega la enorme crisis financiera ..... y nos damos cuenta que el monstruo se ha hecho mayor y no lo podemos controlar. Resultado: se nacionalizan bancos y se empiezan a oir voces de que hay que evolucionar hacia un nuevo paradigma, replantearse el rol público-privado, dejando libertad a la inciativa privada (por supuesto!) pero intensificar la acción pública a través del control y regulación.

Ha tenido que ocurrir lo que está ocurriendo para que algunos se den cuenta de algo básico: la obsesión por privatizar ha sido tan intensa que nos hemos olvidado que hay que controlar. Hemos puesto la ventana de la casa sin poner el tabique y, ¡claro!, la ventana se ha acabado cayendo. Tengámoslo en cuenta cada vez que planteemos algún tipo de privatización, sea del tipo que sea. ¡Pero sin perder el control, por favor!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto el uso y abuso del término "privatizar", aunque me gustaría añadir que la justificación política de la "privatización" (en las distintas variantes que analizas) suele centrarse precisamente en la búsqueda confesa del político de liberarse de controles. En un caso, de controles económicos, en otro de controles administrativos (contractuales,etc) y en otros huyendo de controles sindicales y de la normativa de función pública. En suma que la conocida "huida del Derecho Administrativo" por la senda de las privatizaciones sólo cumple expectativas a corto plazo pero a medio y largo plazo suele convertirse en un problema de difícil solución.¡¡Cuantos Alcaldes se arrepienten de haber perdido el control de aspectos privatizados!! Por eso, ahora se habla de la "persecución del Derecho Administrativo" y de las operaciones de reversión de fenómenos de privatización.¡¡Es que los políticos son como niños tocando el acordeón!

pilar jimenez rius dijo...

Estoy de acuerdo con el artículo. Pero ¿desde cuando ha interesado el control?. ¿De verdad creen que a partir y gracias a esta crisis, se va a tomar en serio el control de los fondos públicos?. Lo siento, pero lo dudo. ¡Ójala!.