i-public@
reflexiones sobre administración pública inteligente

martes, 8 de julio de 2008

Las privatizaciones y AENA

En los últimos días hemos oido que el Gobierno está preparando un plan para reestructurar AENA, la entidad pública empresarial dependiente del Ministerio de Fomento que gestiona los aeropuertos españoles y el control de la navegación aérea. Dicha reestructuración consiste en la segregación de la actual AENA en dos entes diferentes: el primero, destinado a la gestión aeroporturia, adquirirá previsiblemente la forma jurídica de sociedad mercantil en la que habrá una participación privada, minoritaria en un principio (hablan de un 30%); además, dentro de dicha sociedad "paraguas" cada uno de los aeropuertos se gestionaría por consorcios en los que participarían otras instituciones (CCAA, ayuntamientos, etc). El segundo organismo se encargaría de la parte de control y navegación y mantendría su titularidad pública al 100%. Se pretende anunciar el plan definitivo durante este mes de julio. Hasta aquí lo que conocemos.


El asunto de las privatizaciones es una cuestión extraordinariamente delicada y conlleva fuertes cargas de profundidad de componente ideológico. Como este es un blog de tipo profesional no es mi objetivo entrar en este tipo de debates, pero sí manifestar mi opinión sobre las circunstancias que pueden rodear un proceso de transferencia de propiedad del ámbito público al privado.

Todos estaremos de acuerdo que la gestión pública y la dirección política (en este caso con más razón) implica tomar decisiones que busquen lo mejor para los ciudadanos. En concreto, cuando se abordan decisiones sobre privatizaciones, los motivos deberían ser los mismos, es decir que los ciudadanos se beneficiaran directa o indirectamente de la operación por diversas causas:
  • Que el funcionamiento de la entidad pública que presta el servicio no sea satisfactorio, en cuanto a la calidad del servicio, su eficiencia o el elevado coste que suponga para los ususarios.
  • Que dicha entidad sea un lastre para las arcas públicas (deficitaria) o suponga un foco permanente de conflictos que la hagan difícilmente gestionable.
  • Que la hucha administrativa necesite fondos y haya que recurrir a enajenar participaciones.
  • Que en casos de entidades públicas que operan en mercados competitivos, su presencia esté provocando serias distorsiones a los mismos.
  • Que el valor público proporcionado en otros tiempos por la entidad haya dejado de ser tal o carezca de sentido.
En el caso de AENA no parece que se den las circunstancias anteriores. La entidad presenta una gestión muy satisfactoria en cuanto al servicio a sus usuarios, tasas aeroportuarias de las más bajas del mundo, beneficios económicos que se reinvierten en la organización, relativa paz social, visión internacional, gestión en red mediante alianzas con socios privados para algunas inversiones en diversos países, valor público considerable por mantener una red de infraestructuras aeroportuarias no rentables económica pero sí socialmente., etc. No sabemos si el erario público necesita fondos (puede que sí!) y hay que recurrir a vender participaciones públicas para sacar dinero.
No parece claro que los anteriores sean motivos para esta privatización. Seguro que hay otros, pero a mí "muy ingenuo" se me escapan.....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No hay que demonizar las privatizaciones. Lo que hay que hacer es acompañarlas de mecanismos de control (y sanción) eficaces para evitar que los servicios públicos pierdan su esencia y no se minusvaloren para el ciudadano. Tenemos reciente el caso de las sanciones a REE y Endesa por los apagones electricos, que ponen de manifiesto que no existían (¿existen ya?) dichos mecanismos de control. Cuando hay sanción es que falló la supervisión, y esta siempre debe corresponder a la Administración.

Anónimo dijo...

Cuando el daño está hecho no existe el remedio absolutamenete eficaz. La sanción es un castigo y algunas veces puede provocar mas daño si es desmesurada o incitar a nuevas si es benévola.