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reflexiones sobre administración pública inteligente

jueves, 26 de enero de 2012

¿Profesionalizar? la dirección pública


Desde múltiples y variados ámbitos - esta bitácora uno de ellos- se reclama con insistencia la profesionalización de la dirección pública.

Ahora bien, ¿qué significa "profesionalizar"? ¿entendemos todos lo mismo cuando utilizamos ese termino? Me temo que no. El que les habla entiende profesionalizar como la institucionalización de un marco específico propio para el ejercicio de funciones directivas en la Administración. ¿Esto que quiere decir? En primer lugar hablamos de una perspectiva gerencial, orientada a la obtención de resultados mediante la gestión de proyectos y el liderazgo de las personas a su cargo. Esto supone tomar decisiones, arriesgar, negociar, torear crisis, orientar, motivar y conectar personas. Pero también, refiriéndonos en concreto a la esfera pública, dirigir a los que te dirigen (políticos) y conocer la maquinaria administrativa para sacarle el máximo partido.

Mi discrepancia está con aquellos que conciben la profesionalización de la dirección pública como la última estación de la carrera administrativa de altos funcionarios de carrera, con ánimo de bilandar este espacio al nepotismo de los políticos. Bajo mi modesta opinión este punto de vista supone seguir anclado al viejo enfoque de la Administración pública burocrática de finales del siglo XIX, uno de cuyos rasgos fundamentales es la continua disputa entre políticos y élites administrativas por el control de mayores cuotas de poder en los niveles superiores de la Administración.

Nos encontramos por tanto con un concepto, el de dirigir, que va ligado a un nuevo modelo de Administración postburocrática que debe ser el característico para afrontar los complejos desafíos públicos de los tiempos que corren. A diferencia de administrar o dictaminar, que siendo perfectamente necesarios en determinados ámbitos de la creación de valor público, no pueden malentenderse como lo que no son en un renovado enfoque de Administración del siglo XXI.

Por tanto, siendo dirigir necesariamente diferente a administrar o dictaminar es erróneo concluir que de forma necesaria la profesionalización de la función directiva deba suponer que ésta deba ser automáticamente ocupada -a modo de meta profesional- por esos administradores o expertos técnicos que nutren los altos cuerpos administrativos. Obviamente, tras la debida formación o reciclaje (a dirigir se aprende) puede serlo, pero no porque caducos blindajes normativos así lo impongan.

El reto precisamente es salirse de esta dinámica, cosa que en ciertas Administraciones hoy parece ciertamente utópico. O si no, a los nombramientos de estas semanas me remito.

9 comentarios:

Marta de Miguel dijo...

Muy buen comentario Oscar,

casi todos estamos de acuerdo en que es necesario profesionalizar la dirección pública pero casi ninguno estamos de acuerdo en lo que significa profesionalizar.

Quizá el punto de partida sea pensar que conocimientos/cualidades le exigirías a un gestor público y a partir de ahí pensar en el proceso de selección y evaluación que más se acerca a garantizarlo. Ese proceso puede partir de la exigencia de una formación, de una titulación o de una experiencia, pero el primer paso es pensar que queremos y no a quien queremos.

Iñaki Ortiz dijo...

Ya sabes, Oscar, que coincidimos en este enfoque. Y, por cierto, no es una postura muy extendida. La mayoría de los que opinan sobre este tema lo hacen desde sus propios intereses corporativos (funcionariales o políticos). Y al resto, a los que no tienen intereses directos, parece que el asunto se la trae al pairo.

Como dice Marta: "el primer paso es pensar que queremos y no a quien queremos". No podría estar más de acuerdo.

Juan Arana dijo...

Interesante la reflexión y los comentarios de Marta e Iñaki. También creo que habría que ayudar a nuestros amigos políticos a describir qué tipo de actitudes, aptitudes y responsabilidades son las más eficientes en su papel. Y cuál es el papel que un empleado público, que alejado de corporativismos, debería tomar

Ramon Capolat dijo...

Considero que el debate que se reuye es el del modo de acceso a la funcion publica de este nuevo perfil directivo. Cuando los lobbys (i ESADE actua como tal en este tema) no proponen transparentemente su propuesta de acceso para que transparentemente sea debatida publicamente no se ayuda al debate i a la busqueda de un consenso tan necesario en este tema. Por lo demas coincido plenamente en la necesaria reforma del directivo publico. Asi pues se agradecen propuestas en este sentido aunque puedan suponer cambios legislatiivos.

Félix Serrano dijo...

Mientras no concretemos de qué hablamos exactamente, el debate será estéril.

Hasta ahora, en la Administración Pública, todo lo que no viene de abajo viene de arriba.

En mi experiencia, la sustitución del funcionario por el político en el puesto directivo no parece haber dado mejores resultados.

No estoy de acuerdo con la tesis de que la carrera profesional del funcionario termina en un puesto técnico o de gestión, y negar a priori su capacidad de dirigir y motivar un equipo de trabajo, cuando eso tampoco pasa ni siquiera en las empresas privadas.

Pero en definitiva, vuelvo a lo que decia al principio, o ponemos las cartas boca arriba, o no hay forma de saber cuales son las propuestas concretas para poder debatir sobre ellas.

Alorza dijo...

De acuerdo con el artículo. Incluso creo que, tal como están las cosas hoy en día, no es necesario concretar más. Simplemente, basta con proponer esta misma formulación en negativo: "no podrá acceder a una dirección pública quien no acredite titulación o experiencia en ese campo".

Imaginaos que se establece ese requisito y que se hace pasar por esa prueba a las personas candidatas, de forma pública y transparente. Sería suficiente para evitar los males de hoy en día.

Anna dijo...

Quizás la mejor solución no sea ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario. ¿Qué más da el estatus de quien asume las responsabilidades una vez esbozado el marco óptimo en el que deben llevarse a cabo. No es necesario blindar temporalmente, ni con criterios de mandato político.

Está muy bien eso de enfocarse a los resultados, pero en veinte años en la administración pública aún estoy por ver al primero que sale por la puerta porque no da la talla. La mayoría, por aquello de "tengamos la fiesta en paz", agotan encargo y una se queda preguntando a qué dedicaron su tiempo y sus esfuerzos realmente.

La teoría deberá acompañarse de la decisión y valentía para ejecutarlas. En caso contrario, quizás lo mejor sea "no meneallo". Y perdón por el escepticismo...

Jordi Graells dijo...

Un debate muy bueno, Óscar y cia, y además con un punto de confusión elevado :) por esto me gustan los enfoques que habéis hecho, como el requisito previo que plantea Marta, la formulación en negativo (vaya, pragmático, de mínimos) de Alberto y el escepticismo de Anna...
Y ¿a qué nos estamos refiriendo con el concepto dirección pública? ¿a lo que se interpreta con ley de función pública y reglamentos en mano?
Por mi parte, soy partidario de extender la cuestión a todos los mandos de la Administración y no sólo de DG para arriba. Con lo cual, añadimos más 'morbo' si cabe...

ocortes dijo...

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Hago una respuesta global que intente abarcar todos los puntos que habéis tocado. Por lo que apuesto es por crear un nuevo espacio institucional, una especie de "cuerpo de directivos públicos" ("cuerpo" para que se me entienda, que bastantes problemas tenemos ya con el sistema de cuerpos actual) que tenga un ámbito propio, unos valores reconocidos que le identifiquen, un nivel de responsabilidad definido, unos sistemas retributivos acordes para que lo hagan atractivo y un sistema de premios y sanciones. Todo ello regulado en un Estatuto por supuesto. El acceso puede ser de abajo-arriba, por supuesto, pero ojo: no es lo mismo el "oficio de funcionario" que el "oficio de directivo": el funcionario puede aprender a ser directivo, por supuesto que sí pero hablamos de "oficios" diferentes. Pero pensemos también en un acceso "lateral". Hoy el fallo es ese. Que no es un ámbito definido, que está difuso, y que se nutre de arriba o de abajo sin criterios de calidad. Es imprescindible una visión política completamete diferente pero también una visión diferente de ciertos cuerpos que creen que la Administración es su patrimonio. El acceso debería hacerse mediante procesos reglados y transparentes, donde se primaran las competencias (conocimientos, habilidades) y experiencia anterior. Hay buenos modelos: mirad p.ej. las ofertas de puestos de la UE o las de la ONU, etc. Lo que es absurdo es lo de hoy en la AGE que para un DG lo único que se requiere es ser funcionario (del cuerpo que sea, eso da igual9 y tener un padrino. ¿No es absurdo? ¿Por qué un DG de Agricultura no puede ser p.ej. un directivo de una organización agraria que conoce el sector de cabo a rabo?