El reto de incorporar valores emocionales a la vieja administración de personal
Todo lo relacionado con temas de personas en la Administración pública da mucho juego y es terreno abonado para múltiples comentarios. Hablemos de lo que hablemos (directivos públicos, liderazgo, retribuciones, carreras profesionales, etc.) siempre hay opiniones enfrentadas. Carlos Guadián lleva algunos días muy activo en estos aspectos: hoy mismo publica su último post al respecto.
La realidad es que se trata de un asunto ineludible para todos aquéllos que pretendan hablar de la Administración pública. Porque, ante todo, la Administración pública es y seguirá siendo fundamentalmente un conjunto de personas que sí, indudablemente utilizan diversas herramientas para aplicar procedimientos, gestionar servicios, tramitar o atender a los ciudadanos; pero son las personas, los empleados públicos, los verdaderos protagonistas de la Administración.
No deja de ser paradójico que, siendo un aspecto clave de su funcionamiento, la "dirección de personas" en el ámbito público sea tan desastrosa. Uso las comillas porque es un decir, llamar "dirección de personas" a lo que es una simple admistración de personal, de similares características a la que existía en las primeras organizaciones empresariales de las primeras décadas del siglo XX. Hemos avanzado poco, muy poco en este terreno; y, en parte, uno de los motivos es la utilización de una herramienta tan poco evolucionada como el derecho administrativo que, sí, será muy útil para llevar de una forma ordenada y rigurosa la infinita disparidad de situaciones profesionales de los miles y diversos empleados públicos, pero muy poco indicada para lograr equipos fuertemente motivados que obtengan alto valor y desempeño. No obstante, seamos justos y no olvidemos que el derecho administrativo es sólo una herramienta y una forma de hacer las cosas que, además, puede adaptarse y modularse si hay voluntad para ello. ¿Y quién no tiene voluntad para el cambio en este sentido? ¿Los políticos? ¿Los grupos de interés funcionariales? ¿Los sindicatos? Quien tenga la respuesta que lo diga.
Lo cierto es que una Administración inteligente debería ser un conjunto de personas estructuradas en equipos de trabajo dotados de un estado de ánimo que los haga valiosos para la organización. Jorge Valdano, ex-jugador de fútbol, explicaba algunas de las claves de la gestión y motivación de equipos que pueden considerarse universales:
- El sentido de pertenencia: lo que en el lenguaje futbolístico se llama "sentir los colores de la camiseta", el sentirse identificado con los propósitos y la identidad del grupo . La vocación de servicio público cada vez está más atenuada entre los trabajadores públicos. La gente estudia oposiciones no por una verdadera vocación de servir a la sociedad sino para lograr un trabajo con unos estándares de seguridad, derechos y protección cada vez más escasos en el ámbito privado.
- Sentirse eficaz: ¿realmente conocéis algún caso en que las personas se sientan eficaces en el entorno administrativo que les rodea?
- Evitar los agravios comparativos: de lo que se trata es que todos entiendan que la relación "aportación al equipo vs. qué obtengo a cambio" es justa y equitativa. Lo cómodo es caer en el café para todos, tan común en las entidades del sector público.
- Comunicación: uno de los talones de aquiles en la mayoría de las organizaciones y, el sector público no podía ser menos. Se tiende a comunicar poco y a escuchar menos, lo cual empobrece el rendimiento del grupo.
- Saber por qué se hacen las cosas: está muy vinculado a la comunicación. Si las personas no entienden lo que hacen, difícilmente se implicarán y aportarán esa pasión extra que se necesita en muchas ocasiones para pasar del aprobado al sobresaliente.
- Talento: todo el mundo tiene una predisposición natural hacia alguna actividad, todos tienen talento. La cuestión es saberlo descubrir y encauzar dentro de la misión del grupo. Además, necesita de un entorno que lo propicie y lo valore; necesita de confianza, de tener la oportunidad a equivocarse; necesita de otros talntos, que lo estimulen y fortalezcan; y necesita de libertad, tanta más cuanto mayor sea éste.
¿Será capaz en algún momento el sector público de incorporar algunos de estos componentes "emocionales" a sus mecanismos de gestión de personas? Ese es el reto: situar a las personas en el centro de la gestión y ubicar en el plano que merecen, en un segundo escalón, los impersonales e inhumanos criterios y prácticas de la vieja administración de personal. Los certificados de trienios, los ceses y nombramientos, las RPT, los concursos o las hojas de servicios nunca lograrán por sí sólos una Administración inteligente al servicio de los ciudadanos. Las personas sí.
1 comentario:
Que interesante.El capital humano siempre ha sido el mejor activo de una organización productiva, privada o publica. En la Administración de Justicia, tan abandonada, parece de ciencia ficción escuchar que la RPTs, todavía sin implantar en nuestro ámbito, son herramientas insuficientes, coomparadas con la gestión emocional.
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