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reflexiones sobre administración pública inteligente

lunes, 9 de marzo de 2009

El miedo de la política tradicional a las redes sociales


Hace unos días saltaba a la luz pública la noticia que la Comisión que investiga el caso de los espías en Madrid ha prohibido a una diputada twittear desde su puesto en la misma. Se hacía eco El País y también he podido leer otros puntos de vista a través de algún blog como el de e-xaps.

Aunque existen pocos políticos en España que todavía utilizan esta herramienta de micro-blogging fuera de la campaña electoral (en campaña hay algunos más), se da algún caso de algunos como Luis Salvador (PSOE) que, entre otras cosas, nos cuenta detalles de los debates en la Comisión de Ciencia e Innovación del Senado. Sin embargo, en otros países como el Reino Unido o Estados Unidos el fenómeno está más extendido.

El caso de la diputada en la Asamblea de Madrid revela hasta que punto la clase política tradicional y unos medios de comunicación que cada vez disimulan menos su afán por ser correa de transmisión de los diversos partidos instrumentalizan en el sentido que más les convenga el manejo de estas herramientas en detrimento del interés público. En esta ocasión unos son los que no desean que se hable del caso y prohiben a una diputada comunicarse con su comunidad (parte de la sociedad) para dotar de transparencia a los trabajos de una comisión de investigación; se utiliza para ello el pretexto absurdo de que "no está en el reglamento". Otras veces herramientas 2.0 son censuradas desde cualquier Administración aprovechando cualquier mínima excusa relacionada con la seguridad, protección de datos, status institucional o ¡qué se yo!. Es la que hemos llamado la urna de cristal que te instalan cuando accedes al poder, de la que no nos faltan tampoco ejemplos.

En sentido contrario instrumentos como twitter serán utilizados con fines propagandisticos en un acto de comunicación unilateral, cuando los políticos y sus medios afines ostentan el poder.

Miedo, mucho miedo es lo que tiene nuestro sistema político-institucional y mediático a que sus estructuras se agrieten si los ciudadanos adquiren un verdadero protagonismo o que fluya la información por cauces incontrolados. Y es que ya se sabe: si el río se desborda muchos de los que pescan en la orilla cómodamente pueden ser arrollados.

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