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reflexiones sobre administración pública inteligente

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La cruda realidad de la formación de empleados públicos


Hace algún tiempo escuché en un acto al que asistí como uno de los asistentes hizo una intervención-pregunta (algo que parece estar muy de moda) cuya idea principal era el desinterés general que los empleados públicos muestran por la formación. Indicaba que su larga experiencia en formación a funcionarios le había mostrado que una vez logrado el acceso a la función pública las motivaciones de éstos cambiaban y que la formación, lejos de ser un estímulo para el desarrollo personal y profesional, se veía más como un engorro cuyo lado positivo estaría exclusivamente en alejarse unos días de la oficina y sumar un nuevo registro a la hoja de servicios (de cierta utilidad en concursos u otro tipo de promociones profesionales).

Yo desde luego, por mi experiencia, no sería tan rotundo ni generalizaría de esa forma. He compartido formación con otros empleados públicos y hay de todo. Aunque tengo que reconocer que hay parte de verdad, más en el caso de empleados públicos de baja cualificación.

Asumiendo que este problema existe, el fondo de la cuestión me parece que estaría en algo que todos sabemos: acceso, carrera profesional y formación no están alineados en la Administración pública:
  • El derecho al puesto de trabajo te lo da la oposición, independientemente de la carrera profesional que lleves a cabo o de que inviertas más o menos en formación.

  • La formación ofrecida suele ser independiente del puesto de trabajo ocupado.

  • La incidencia que la formación tiene sobre la carrera profesional es mínima y además no es de carácter cualitativo sino baremada (tantos cursos, tantas horas, tantos puntos).

Por otra parte tenemos la oferta formativa que se ofrece a los funcionarios:

  • En la mayor parte de los casos de tipo voluntario, lo que implica que primen las inquietudes personales frente a las necesidades de la organización.

  • La detección de las necesidades de formación no sigue un proceso de análisis y estudio de detalle en base a lo que van a ser las tendencias o el contexto en que se va a desarrollar el trabajo administrativo.

  • Se tiende a repetir por incercia muchos programas obsoletos o de escasa utilidad práctica, pero que se llevan impartiendo tantos años que parece complicado quitar de la lista.

  • Existe todo un conjunto de intereses alrededor de la impartición de la formación, especialmente unos sobresueldos nada despreciables, que estimulan poco los cambios.

Además, en éste como en otros muchos aspectos, hasta ahora ha existido la tendencia de mirarse mucho al ombligo y trabajar poco en red: pensando que los institutos de formación estatales (INAP) o autonómicos son los guardianes de las esencias de la formación de empleados públicos, y con una visión poco amplia en cuanto a colaboración con otras instituciones o con la sociedad en general.

Y todo a pesar de que el discurso y la retórica política caminan en la dirección opuesta, insistiendo en la importancia creciente de adquirir, a través de la formación, una especialización y unas competencias específicas, que estén adaptadas a las necesidades y los desafíos la compleja sociedad del siglo XXI.

Pero seamos optimistas: al menos a nivel del INAP parece que hay intención de cambiar muchas cosas.... y falta les hace.

2 comentarios:

marcos dijo...

En mi organismo tienen una fórmula estupenda : oposiciones .Mientras el personal estudia la oposición se recicla. Los que ascienden son pocos y las subidas salariales también.
Lo malo es que una vez ascendido, lo aprendido se olvida o ha quedado obsoleto y, los que tienen que estar reciclados continuamente por exigencias laborales, a fuerza de meteduras de pata aprenden. Pero a nadie parece importarle. Mientras las estadisticas digan que se han hecho 300 horas formativas, los objetivos están cumplidos. Eso sí, los ponentes están muy bien pagados. Vamos ... un caramelo para el exigüo sueldo funcionarial.

El funcionario dijo...

Compleja reflexión. Desde mi atalaya esta es mi percepción: en los últimos años mi ayuntamiento había llevado a cabo una compleja y completa reforma para poner en marcha un plan de objetivos por competencias. Por un lado dotar de formación en multitud de ámbitos y por otro fomentar e incentivar la adquisición de estos nuevos conocimientos. Justo cuando empezaba a desarrollarse cambió el color político del ayuntamiento: adiós a las competencias y a la formación y bienvenido el enchufismo y el beneficiar al personal por el color del carné del partido.
¿Y fuera de mi ayuntamiento? Bien, hace unos meses casi me toca la lotería al conseguir una plaza en un curso de formación desarrollado desde la Mancomunidad a los ayuntamientos de la zona. Obtener esta plaza era más complicado que el gordo...y lo peor de todo es que los 15 alumnos todos menos yo estaban apuntados simplemente para "sumar puntos" en las próximas oposiciones. Motivación real cero patatero.
Queda mucho por hacer...en todos los sentidos.