i-public@
reflexiones sobre administración pública inteligente

miércoles, 25 de junio de 2008

Open Government: su relación con la innovación y la sociedad


La semana pasada tuve la ocasión de participar en el "think-tank" sobre Administración pública que está impulsando la gente de Autoritas. Fue una experiencia enriquecedora poder compartir reflexiones y conocimiento con distintos profesionales que, de una forma u otra, participan en lo público. El tema elegido para empezar fue uno que está muy de moda: "Open Government" (o-Gov) o Administración abierta.

Algunos blogs han empezado a hacerse eco de parte de las ideas que afloraron: Iñaki Ortiz hace un resumen fantástico en su post "Open government: el concepto" sobre los elementos clave del oGov así como la comparativa con otras tendencias de la reforma administrativa (modernización, gobernanza, e-Administración). Merece la pena. Javier Llinares condensa en otro post las conclusiones básicas que se extrajeron de tanto debate.

Al hilo de ambos, se me ocurre hacer dos breves reflexiones. La primera sobre la relación oGov-innovación. El oGov en sí mismo es una innovación; por cuanto que es un paradigma absolutamente rupturista con la cultura tradicional de la Administración pública basado en un aire un tanto endogámico, altivo y cerrado, infalible; donde la Administración está aquí y ciudadanos-empresas-sociedad civil allí; o donde los medios tienden a ser más importantes que los fines. Palabras que usa Iñaki como escuchar, conversar, relacionarse, ser uno más de la red, compartir, promover, etc. son antagonistas con las características que acabo de enumerar. Además, como dice Alorza, "la innovación puede y debe ser un rasgo del oGov" porque trabajar en red requiere una actitud innovadora, en el sentido que precisa creatividad, libertad y receptividad. Como resumen podríamos decir que el concepto en sí es innovador y que su desarrollo necesita de innovadores.

Otra cuestión que me planteo es si es posible que el oGov tenga amplio calado en nuestro modelo socio-político-administrativo. No podemos olvidar que surge en el mundo anglosajón y éste posee rasgos culturales distintos a los nuestros. Por ejemplo, ideas como el pragmatismo o el ciudadano en el centro de la gestión pública contrastan con nuestra afición a basarla en la elaboración de leyes-reglamentos-decretos-etc. que a menudo difuminan los problemas reales a resolver. O ideas como la transparencia y la gestión de cuentas (fuertemente demandas en las sociedades anglosajonas y noreuropeas), que chocan con una Administración eminentemente burocrática y enfocada más al procedimiento que a los ciudadanos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no construimos el oGov, vendrá Google y lo hará por nosotros, al margen de las instituciones públicas. Con razón dice Di Maio que el futuro del eGovernment es el no-Government.

Anónimo dijo...

Estoy convencido de que el oGov va a calar también en nuestras administraciones. La idea es buena, sólo hace falta llevarla a la práctica ;-). El camino será largo, pero apasionante.

Manu dijo...

Venga, hoy que me encuentro optimista respecto a este tema (sin que sirva de precedente), no renunciemos a creer que las formas de hacer las cosas cambian. Pensemos en pequeños éxitos que ya todos conocemos, aunque sea esos reductos de cambio que han ido surgiendo en algunos servicios, direcciones o departamentos, que se han puesto a innovar en beta (¡cómo me gusta esa expresión!) y están moviendo cosas desde dentro de algunas pesadas maquinarias burocráticas.

Por provocar: echemos hoy la "culpa" del inmovilismo a la ciudadanía, que no asume su "propiedad" de las instituciones públicas y que no se encuentra cómoda tomando parte activa (dialogando, co-creando,...) junto con la administración.