Los peligros del corporativismo

Algunos blogs se hacen eco estos días de la publicación de oposiciones para el acceso a Cuerpos TIC en la AGE. En concreto, los de Morgana y Rafael Chamorro revelan las opiniones más interesantes que me gustaría comentar.

Morgana opina en su post "La falsa igualdad" sobre el formato de la oposición y la configuración de los tribunales. Cuestiona un hecho muy significativo: la presencia en los tribunales de un alto número de funcionarios del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Dejando a un lado las valoraciones sobre unos cuerpos u otros (en las que ya entra Morgana con bastante detalle) me parece un ejemplo ilustrastivo para volver a retomar nuestra opinión sobre el actual sistema de acceso a la función pública. Como ya expusimos en otros post, el sistema actual es muy mejorable. No cumple el principio fundamental de la selección de personas: encontrar a los mejores para cada puesto. No es de sentido común que en una oposición para un cuerpo tan especializado (como es el TIC) en el que predominan ingenieros y profesionales de perfil técnico los miembros del tribunal sean funcionarios especializados en otras materias, con un perfil jurídico o académico. Aunque pienso que quizá puedo esté equivocado y no ser tan descabellada esta presencia porque con el formato de oposición actual, en la que se valora principalmente la memoria un arduo temario de materias teóricas, falta harán profesionales evaluadores con un perfil favorable a este enfoque como pueden ser los anteriores. Por tanto, podría tener su sentido con el sistema actual, aunque desde luego me parece equivocado si el objeto es reclutar a los mejores candidatos.

Rafa Chamorro en su post "Discriminación y corporativismo casposo" incide en uno de los elementos más negativos de la Administración estatal actual. De nuevo, como decíamos en el caso anterior, no es nuestro propósito entrar en el tema de las "guerras de cuerpos". Pero sí tenemos que destacar un hecho indiscutible: que éstas existen y que el corporativismo es uno de los frenos más grandes que sufre la reforma de la AGE, por mucho que el candidato Zapatero la tenga dentro de sus objetivos políticos. Ya hemos visto en numerosas ocasiones cómo buenas iniciativas son laminadas cuando entran en su desarrollo detallado: por ejemplo, las Agencias estatales, la reforma del sistema de oposiciones, la formación del personal de cuerpos superiores o el próximo Estatuto del Directivo Público. Son precisamente las redes de interés creadas entre las propias castas de la función pública las que echan el freno a todo aquello que pueda suponer una amenaza a sus cuotas de poder, a sus parcelas de control. Es una auténtica pena.