La reforma de lo público tiene pues que estar de forma permanente en la agenda política del gobierno de turno. Reformar para mejorar; reformar para fortalecer; reformar para dotar de músculo y capacidades, que no para liquidar lentamente de forma más o menos disimulada. Ese debe ser el objetivo de una política reformista que, como dije anteriormente, debe ser un continuo en el tiempo (aunque su intensidad pueda variar).
Persistir es pues uno de los secretos de un éxito tan difícil de lograr como necesario. El gobierno actual ha hecho un esfuerzo poniendo en marcha CORA pero deja en el tintero aspectos clave que, de momento, no asoman por ninguna parte. He aquí cinco ejemplos:
- ¿Es posible..... un cambio en la forma de selección de los empleados públicos?
- ¿Es posible .... dotarse de sistemas eficaces sistemas de escucha activa para alinear políticas con las necesidades ciudadanas?
- ¿Es posible .... incorporar las redes sociales en el proceso deliberativo de las políticas públicas?
- ¿Es posible.... que se apruebe un Estatuto para la Dirección Pública Profesional?
- ¿Es posible .... una reforma integral de la ley del procedimiento administrativo?
¿No se puede o no se quiere? ¿Ignorancia o intencionalidad? ¿Atenazados por intereses creados o no se ve oportuno en estos momentos? ¿Desconocimiento de la necesidad u
oposición deliberada a un reequilibrio en la relación de poder ciudadanos-política-Administración?
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