Estos agujeros o goteras, como queráis llamarlo, a la vista son poco visibles pero se van poniendo poco a poco de manifiesto cuando las respuestas de la acción pública adolecen de eficacia y eficiencia. En los tiempos que corren donde todo se mira con lupa y todo se cuestiona - y más en lo público- este proceso de deterioro y cuestionamiento es más intenso todavía.
El cambio, tapar las goteras, pasa no sólo por modificar las actitudes sino incluso por algo más efectivo, por cambiar los comportamientos e incluso por modificar el vocabulario, la jerga administrativa, los términos que utilizamos para referirnos a las cosas.
Efectivamente el lenguaje no es neutro y ante nuevos escenarios es preciso incorporar un nuevo repertorio de términos que sirvan para introducir un poco de aire fresco en las anquilosadas y arcaicas estructuras administrativas.
Por poneros unos ejemplos. No es lo mismo.............
- Hablar de servicios que de trámites,
- Hablar de proyectos que de programas,
- Hablar de incentivos que de controles,
- Hablar de liderazgo que de mando,
- Hablar de visión que de plan,
- Hablar de inprendedores que de burócratas,
- Hablar de profesionales que de funcionarios,
- Hablar de colaboración que de suficiencia,
- Hablar de redes que de jerarquía,
- Hablar de valores que de normas,
- Hablar de impulsar que de esperar ............................
Allí hablaré de cambio en la Administración, si es posible, en qué y cómo llevarlo a cabo. El lenguaje es uno de los caminos. Necesario, pero no el único
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario