lunes, 5 de mayo de 2014

El Estado "antifrágil"

De pavoroso califican algunos medios de comunicación el futuro que nos espera en las próximas décadas según describe el informe España en el Mundo 20133 elaborado por ESADE Geo y PWC, del que también se hace eco Antonio Díaz en un debate que ha abierto en Novagob. Lo podéis conocer y valorar accediendo a los links.

Pavoroso o no, lo que sí apuntan éste y otros informes es la sucesión de cambios sistémicos que se van produciendo en la sociedad, economía, política, etc. como consecuencia de la crisis o con ésta como pretexto, quién sabe. Por ejemplo, el informe Global Risks 2014, Ninth Edition (World Economic Forum) habla de desempleo y subempleo estructuralmente alto, importante disparidad de rentas, crisis relacionadas con recursos básicos (agua, alimentación, etc.), fenómenos meteorológicos extremos, fracaso de la gobernanza mundial y profunda inestabilidad social y económica.  Global Trends 2030: Alternative Worlds, añade como  principales tendencias que marcarán el siglo, al menos hasta 2030, el “empoderamiento de los individuos, el poder difuso, los nuevos patrones demográficos y el creciente nexo entre alimentos, agua y energía, y su relación con el cambio climático”.

A buen seguro que este panorama de oportunidades pero también de inquietantes amenzas como la desigualdad, precariedad, desempleo que pueden cronificarse en las sociedades occidentales (en España ya lo vemos), acabará teniendo efectos políticos sobre los territorios más afectados y, por ende, efectos sobre su sector público y el rol que éste viene destinado a desempeñar. Si la Administración nació como instrumento para maximizar el bienestar social podríamos pensar que en un escenario de escasez y desigualdad la Administración tendrá que actuar para maximizar las oportunidades de las personas y corregir las crecientes brechas y efectos colaterales provocados por la globalización.

En este sentido podría darse el escenario de que frente a aquellos que pronostican la vuelta a un Estado marginal que intervenga poco y vigile más cuyo rol central vuelva a ser la autoridad y la regulación frente a la provisión masiva de bienes públicos, otros como Taleb, N. apuestan por un Estado antifrágil que no sólo se recupera sino que sale fortalecido del caos y la incertidumbre con roles reforzados: cemento social (cohesionador de la desigualdad), corrector de desequilibrios (dumping social), redistribuidor (no sólo a través de rentas sino mediante nuevas y buenas prestaciones), proactivo (anticipa a demandas ciudadanas desde el primer minuto), colaborativo y abierto.




A día de hoy es difícil de pronosticar. Aunque el Estado marginal asoma poco a poco la patita, serán los ciudadanos, la sociedad, con su capacidad de actuar quien tiene en buena parte la respuesta. Conformismo o la movilización. Ese es el quid de la cuestión. Uno u otro nos llevan a escenarios diferentes....... esperemos que menos pavorosos de los que plantean los reputados analistas que elaboran los informes de tendencias.

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