Evaluación de políticos
Salta hace unos días en la prensa la noticia sobre que el presidente francés Nicolas Sarkozy ha puesto objetivos a sus ministros para el 2008 y los va a someter a evaluación por resultados. Se trata de pasar de una "política de anuncios" a "una política de resultados". Desde luego el ejercicio de evaluación de altos cargos de naturaleza política es inédito y no deja de sorprender si es que realmente se va a llevar a cabo (otra posibilidad es que sea un bluff mediático para desviar la atención de la opinión pública y pretender comunicar que el "gobierno trabaja"). El primer paso, comunicación de la misión del departamento y de los objetivos, se dió el pasado verano con la remisión de una carta a cada ministro. Además, se está estableciendo (con la colaboración de consultoras) una batería de indicadores para dar seguimiento al desempeño y se producirán ceses si no se cumplen. Todo al más puro estilo de la empresa privada.
Hablamos mucho de evaluación de empleados públicos, pero sin duda, es noticia que se empiece a evaluar a los políticos. La cuestión es el cómo, y si lo anunciado en Francia es suficiente. No olvidemos que la lógica política es distinta a la lógica empresarial. En numerosas ocasiones el "jefe" (presidente del gobierno, de la república o primer ministro) no elige a los altos cargos únicamente por méritos o perfil profesional, sino que la elección atiende a lógica partidista (adscripción a clanes, familias, etc.) o a equilibrios de poder. Además, los "accionistas" son los ciudadanos, que sólo se pronuncian mediante citas electorales. Por ello, independientemente de este tipo de evaluación presidencial, se tendría que valorarse si los ministros deben "rendir cuentas" no sólo a su presidente sino a sus ciudadanos y arbitrar sistemas en los que también éstos puedan evaluar, bien indirectamente (a través del legislativo) o directamente (a través de cauces de participación), de forma más habitual; sistemas que vayan más allá de las elecciones cada cuatro años y que impliquen más a la sociedad en la gestión pública. Otra duda que me surge es si, en el caso francés, siguiendo esta lógica no habría que también evaluar al presidente. No olvidemos que uno de los puntos débiles del sistema político francés es que el presidente de la república no está sujeto a ningún tipo de control político.
1 comentario:
El concepto de evaluar a los políticos es sin duda interesante. Yo también, leída la noticia me pareció una materia digna de reflexión. Lo que ya no estoy tan de acuerdo es en el mecanismo que se perfila en el caso francés, en el que todo parece indicar que la consultora es contratada por el propio Presidente. Me parece una doble huida de la responsabilidad propia de su cargo. De un lado, si tiene que destituir a alguien no lo hará asumiendo su rol presidencial, sino porque se lo diga la consultora. De otro lado, a la hora de enfrentarse a los ciudadanos para revalidar su mandato lo tiene sencillo para justificar los errores, fueron porque sus ministros no hicieron lo que el dijo.
Creo que existirían formas más sencillas sin recurrir a las sacrosantas consultoras. Una posibilidad es arbitrando mecanismos de reprobación electrónica por iniciativa popular. Queda un largo camino por andar, pero no se porqué me da que en los países que no seguimos la tradición electoral británica el tema de la participación popular electrónica va a ser más difícil de implantar.
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