miércoles, 17 de octubre de 2007

Tendencias gestión pública


El otro día debatía con un grupo de amigos diversas cuestiones domésticas con el transfondo de los servicios públicos, el modelo de sociedad de bienestar y el papel que corresponde desempeñar a lo público. En nuestro post inagural, Nace i-public@, ya mostrábamos la vocación con la que nacía esta bitácora como espacio de reflexión, desde un punto de vista profesional, acerca del modelo de administación inteligente (i-administración) ante los desafíos que presenta el siglo XXI.


Dicha conversación volvió a despertar en mí la preocupación sobre la fuerte deslegitimación de lo público ante el ciudadano medio, que sirve de caldo de cultivo ideal para el auge de diversas tendencias ideológicas que ofrecen en su menú una reducción del Estado y un desplazamiento de éste en favor del sector privado y las fuerzas del mercado.


Sobre esto se podría escribir y debatir a raudales, pero no es nuestro objetivo. Es evidente que este blog se posiciona a favor de la presencia del Estado como elemento fundamental en la sociedad compensando los defectos del libre mercado y promoviendo una desarrollo justo, igualitaria y cohesionado. Es esta defensa del papel de lo público lo que nos lleva a defender con energía una reforma profunda en sus mecanismos de actuación hacia un modelo, "administración inteligente", que pueda superar las deficiencias actuales y relanzar su eficacia.


Uno de los nudos gordianos de la i-administración es el cambio en el modelo de gestión pública. El paradigma burocrático de Weber, caracterizado por la aplicación rigurosa de la norma, la gestión basada en la "producción de actividad", y la tendencia a respuestas reactivas, fue necesario en su momento y siempre deberíamos estar agradecidos por ser la base de una nuestra sólida arquitectura administrativa.


La opción que tomaron los países anglosajones para sus profundas reformas en el sector público de los años 80-90 fue la New Public Management, diseñada como oposición directa al modelo burocrático y basada en la "empresarialización" de lo público, el concepto "ciudadano-cliente", la sustitución de servicios públicos por mercados, la pura orientación a resultados y las privatizaciones.


En mi opinión el modelo burocrático hoy ya no da respuesta y se ve superado por una sociedad más exigente, una demanda de servicios desbordada y unos cambios vertiginosos inducidos por las nuevas tecnologías. La NPM, por su parte, es insensible hacia valores intangibles (fundamentales en el ámbito público), irresponsable (por tan preocupada por la eficiencia y productividad) ante la demanda de necesidades sociales o ciega hacia minorías y la importancia del perfil institucional.


Nosotros apostamos por una gestión pública poliédrica, en la que se combinen diversos elementos necesarios para atender al nuevo escenario:


  • Prestación directa de servicios, reforzada por nuevos elementos tecnológicos, organizativos, de diseño, etc. y provista de herramientas para un adecuado control de los parámetros de eficacia (obtención de impactos sociales) y eficiencia (costes).

  • Incorporación de una nueva dimensión relacional, que ejerza una actividad posibilitadora, tejedora de redes e impulsora de iniciativas transversales con la cooperación de distintos agentes

  • Reforzamiento del perfil jerárquico, como garante del principio de legalidad, elemento preeminente para asumir el liderazgo en la atención a problemas sociales y transparencia en la articulación de los ámbitos de colaboración público-privados.

En esta línea seguiremos trabajando en i-public@.

4 comentarios:

  1. Yo también apuesto por la presencia del Estado como articulador de lo público, compensando las deficiencias del mercado y garantizando un desarrollo cohesionado.

    Ahora bien, en lo que respecta a la provisión directa de servicios me remito a este debate que mantuve con mi compañero de blog.

    Sobre la dimensión relacional de la Administración pública, coincido a pies juntillas. Es el leit motiv de nuestro blog.

    Te agradecería que explicases un poco más lo del reforzamiento del perfil jerárquico. No veo la relación entre los temas que incluyes en este punto.

    Como siempre, es un placer leer tus reflexiones.

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  2. Apasionante debate el que tuvisteis en ese post. Lo he leido y creo que al final estáis más cerca de lo que parece. Las diferencias son cuestión de matices. Me explico. En lo que parece que todos estamos de acuerdo es que el modelo burocrático puro está superado (aunque la burocracia en muchos casos es buena y necesaria) y hay que optar por otros modelos. Y ese modelo, desde mi punto de vista, debe tener una generosa amplitud de miras, con diversas alternativas ante los diferentes desafíos, flexible y adaptable según las circunstancias. Por ello, enumero tres herramientas que son necesarias en el nuevo escenario: provisión directa de servicios, gestión relacional y jeraquía.
    La provisión directa de servicios sí creo que debe estar reservada en ocasiones al ámbito público, en especial, en ciertos servicios sociales o en ámbitos donde a lo privado no le interese llegar. Se ha demonizado mucho la prestación directa de servicios públicos por la administración y la receta para solucionarlo ha sido demasasiado simplista: directamente, privatizar. Creo que las privatizaciones o externalizaciones se deben estudiar caso a caso, porque evidentemente las empresas privadas tienen un claro objetivo de rentabilidad económica, diferente de la rentabilidad pública cuantificada en "outcomes". Para privatizar se deben tener sistemas de control muy potentes, que no siempre son baratos y que requieren un know-how no siempre existente en un sector público acostumbrado a la prestación directa. Por ello, mi posición es: privatizaciones sí, pero limitadas y caso a caso; prestación directa también, pero con nuevos elementos de diseño de servicios, marketing, tecnologías, etc. Y lógicamente (y éste es el quid de la cuestión) mediante modelos organizativos más más flexibles, pero públicos: agencias, sociedades mercantiles, etc.
    En la dimensión relacional estamos de acuerdo. Creo que es el futuro.
    La dimensión jerárquica incluye aquello relacionado con el ejercicio del rol regulador (hoy cada vez más importante), la capacidad de liderar (fundamental si se quieren potenciar modelos de colaboración con otros interesados) y el control (de los distintos partenariados, servicios externalizados, etc).

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  3. En el fondo, los tres puntos que propones hacen referencia a la misma cosa: la dimensión relacional que debe tener la Administración.

    El debate público/privado tiene que ver con la colaboración de la Administración con el sector privado empresarial y con las organizaciones no lucrativas. Hay una serie de cosas que hacer y se trata de buscar la mejor combinación de recursos para llevarlas a cabo, asegurando siempre el interés público.

    Lo que llamas dimensión jerárquica me parece que se refiere al ejercicio de la autoridad pública sobre la base de la legitimidad democrática de las instituciones. Esta autoridad que se basa en un sistema puramente representativo debería evolucionar hacia formas más participativas, lo que tiene que ver, de nuevo, con la Administración relacional.

    Como bien dices, en la dimensión relacional de la Administración está el futuro.

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  4. Estoy de acuerdo que lo importante es el modelo relacional que debe seguir la Administración y creo que este debe seguir evolucionando.
    Yo tampoco acabo de ver el reforzamiento del perfil jerárquico, en lo que puede aportar a la evolución en la relación entre la Administración y los ciudadanos.
    En cuanto a la externalización de algunos servicios, creo que todo es externalizable menos la responsabilidad. Es más creo que la flexibilidad que ofrece la externalización puede hacer mejorar precisamente la calidad del servicio y la relación entre Administración y administrados. Lo que en ningún caso es externalizable es el control del servicio y la responsabilidad última del servicio prestado.

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