Empleados públicos.... con un siglo de diferencia
Uno de mis últimos posts, "Del procedimiento al talento", dio lugar a que un compañero bloguero, Antonio Galindo, nos animara a confrontar características del empleado público del siglo XX con aquellas que deberían servir para identificar al empleado público "ideal" en el siglo XXI.
Generalizar y seleccionar dentro de la variopinta casuística existente no es fácil pero me atrevo a seleccionar algunas de las características que, en mi opinión, deberían distinguir de una manera nítida los "ma-vi-la-gos" (manguito-visera-lápiz-gorro) del siglo XX de los "funkzionaweb" del siglo XXI:
1. Leguleyocéntrico vs. ciudadanocéntrico
En toda actividad pública el principio de legalidad es y seguirá siendo incuestionable. Lo importante es cómo se utiliza: si como parapeto para el obstruccionismo inmovillista (s. XX) o como instrumento subordinado a hipotéticas innovaciones que sirvan al interés ciudadano (s.XXI). Construir y legalizar o situar a los ciudadanos en el centro buscando los márgenes flexibles que otorgan las leyes deberían ser rasgos identitarios de los empleados públicos del siglo XXI.
2. Procedimental vs. pragmático
El rigor en la aplicación de la norma no debe estar reñido con la búsqueda diligente de soluciones para los ciudadanos. Soluciones que a veces no pueden esperar y que exigen anteponer el pragmatismo a los cánones ortodoxos de la práctica burocrática. Resumiendo: amplitud de miras frente a estrecheces interesadas.
3. Jerárquico vs. adhocrático
La "tiranía" de la cadena de mando marcada por el organigrama ha sido inhibidor tradicional para la iniciativa y el pragmatismo mencionado en el punto anterior. Cambiar sumisión y "obediencia debida" por un espíritu libre y crítico, constructivo, en el marco de estructuras más líquidas con responsabilidades compartidas son actitudes clave para el empleado público del siglo XXI.
4. Corporativismo vs. interés general
Precisamente la "obediencia debida al Cuerpo" de origen, tan característica del siglo XX, debe ser sustituida por una "obediencia debida al interés general", a los ciudadanos, a la sociedad. Barrera difícil de derribar, que requeriría no sólo buenas dosis de cambio en el chip personal sino también una demolición controlada del sistema de Cuerpos.
5. Superioridad vs. humildad
La superioridad derivada de la autosuficiencia viene caracterizando el devenir administrativo. Pero tiene difícil encaje en la sociedad en red. Trabajar colaborativamente, cooperar, implica altas dosis de humildad y generosidad.
6. Reactivo vs. proactivo
Un cambio de enfoque consistente ni más ni menos que en sustituir la pácida espera en ventanilla por salir y anticiparse a los problemas ciudadanos. Sumar al pragmatismo que comentábamos anteriormente, acción y decisión.
7. Maquinal vs. humano
La frialdad y distancia que imponen las prácticas administrativas son del todo incompatibles con una sociedad que espera más, que exige más y que busca comprender y comprometerse. Problemas complejos que demandan enfoques relacionales e inter personales. La burocracia impone organizaciones zombies, sin alma. La realidad, ya hoy, demanda pasión y empatía.
8. Rutinario vs. innovador
La Administración fue pensada para funcionar como un reloj. Mecanismos - representados por personas- que siempre operan igual (rutinas) engranando de forma perfecta para producir un resultado cierto en un entorno estable y previsible. Cuando ese entorno se altera, es disruptivo y inestable, las soluciones tradicionales no sirven. Hay que "resolver" y para ello se requiere creatividad.
9. Opaco vs. transparente
"La información es poder". En el puesto de trabajo público se lleva esta máxima a rajatabla. ¿Poder de qué y para qué? Para muchos, poder simplemente para no alterar su statu-quo. La opacidad de nuestra política y Administración se cimenta en las personas que las componen, cuando éstas utilizan los recursos de que disponen en beneficio propio y no de la sociedad. Por poco tiempo: transparencia exigida = transparencia obligada .
10. El trámite individual vs. el proyecto social
El procedimiento se basa en el trámite y éste suele llevarse a cabo de forma individual por personas especializadas con unas tareas perfectamente definidas. El servicio público en el siglo XXI deberá construirse a base de acciones estructuradas en proyectos y con estructuras participativas que sumen y se complementen.
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