Cuatro claves para la innovación en la Administración
Os dejo el último artículo que he publicado en PUBLIC, la revista del Insituto de Gobernanza y Dirección Pública de ESADE:
La innovación necesaria. Tenemos que reconocer la importancia de lo público en la economía de cualquier país, medido en términos cuantitativos –recursos involucrados, dimensión social– o en términos cualitativos, por los ejes de generación de valor público en los que actúa. La sociedad reclama con fuerza una mejora en este sector. Estudios recientes del CIS indican que casi el 40% de los ciudadanos encuestados califican de negativo o muy negativo el funcionamiento de nuestras administraciones públicas. Por último, un tercer factor que hace necesario un fuerte impulso innovador en el sector público es la sostenibilidad del propio sector, para que pueda cumplir la misión que tiene encomendada, con la máxima eficacia y al mínimo coste. |
La innovación difícil. El tipo de organización pública presenta inconvenientes cuando se trata de producir un valor público para lo cual es necesario adaptarse continuamente a las necesidades ciudadanas. Nos encontramos, entonces, ante estructuras que están en las antípodas de lo más adecuado para que florezca la innovación. Aún así, no podemos generalizar: no son raros los casos en que, dentro de una misma Administración, existen emprendedores internos –en cualquier categoría– que todos los días encuentran fórmulas imaginativas para hacer más con menos. Otro elemento que condiciona decisivamente la actividad innovadora dentro de una Administración es la política. En ciertas ocasiones –las menos–, puede acelerarla, pero no es lo habitual: innovar supone arriesgar y el riesgo lleva implícita la posibilidad de error.
La innovación realista. No es fácil en una sociedad en la que todo parece ya inventado y en la que la cautela se antepone al riesgo. Pretender innovar obteniendo la "idea del siglo" es aventurado. No tiene por qué. Las pequeñas innovaciones son las más efectivas, porque son más fáciles de obtener y porque van creando paulatinamente el entorno favorable que facilita el resultado deseado.
La innovación de éxito. Es preciso encontrar ecosistemas (procesos e infraestructuras) de innovación en ámbitos en los que, por su propia naturaleza, las personas involucradas, el impacto social, etc., se den las condiciones más adecuadas. Por ejemplo, en todo aquello que suponga relación con el ciudadano (atención, escucha, cogestión, coproducción, etc.).
Además, la innovación como motor del cambio exige una importante actividad de comunicación, basada en lograr complicidades de los diversos actores –internos y externos– involucrados en el proceso, lo cual resulta más evidente a medida que los servicios son más ambiciosos y rupturistas.
El directivo es la pieza imprescindible para aprovechar las oportunidades que ofrecen estos procesos abiertos. Su reto será identificar colaboradores que se comprometan activamente con la innovación y con liderar el proceso de gestión del cambio que implica.
Existen casos que avalan la posibilidad de innovar a gran escala en el sector público. Cuando se ha pretendido abordar un proceso profundamente innovador, se ha llevado a cabo con éxito. Recordemos el caso de la Agencia Tributaria: la elevada prestancia de los profesionales de esta institución y su compromiso con el proceso innovador nos muestran el camino de una verdadera Administración innovadora.
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