miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Es posible conciliar en plena crisis?


Desde que hace cuatro años a Jordi Sevilla se le ocurrió sacar adelante el Plan Concilia para la Administración General del Estado habíamos oído pocas (por no decir casi ninguna) iniciativas de conciliación en el ámbito de entidades significativas del sector público.

El propio Sevilla, junto a Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios de Trabajo y María Garaña, presidenta de Microsoft acompañaron al alcalde Ruiz Gallardón en la presentación del Plan Concilia Madrid cuyo objetivo es facilitar a los empleados públicos municipales la conciliación de sus vidas profesional y laboral a la par que redunda en un interesante ahorro de costes para la Administración madrileña.

En efecto, según los planes del Ayuntamiento, con horarios más racionales y flexibles no sólo aumentará la productividad sino que se va a ahorrar dinero en suministros (gasto de luz o calefacción) y, lo más importante, se podrán amortizar hasta 775 vacantes por una mejor ordenación del tiempo de trabajo. Obviamente el plan tiene un alcance limitado pues sólo afectará al personal de back-office, en ningún caso a las unidades de atención ciudadana que requieren horarios más amplios.

España es un país con un déficit cultural importante en todo lo relativo a productividad laboral. Se "está en la oficina" muchas horas sin que ello redunde en un mejor rendimiento; desayunos, charlas de pasillo, comidas alargadas, siestas, etc. añaden tiempo en el trabajo pero no necesariamente mejores resultados, con el agravante de sostener un déficit importante en atención a la familia y tiempo de ocio, pilares fundamentales para la estabilidad emocional (y consecuentemente el rendimiento laboral) de cualquier persona.

Como dijo ayer Gallardón "somos europeos en la moneda y mercado laboral pero no en los horarios". Aquí "estar en la oficina" se valora en positivo y "salir pronto" etiqueta negativamente a aquellos que se lo proponen. Y no nos engañemos, ocurre en el sector privado pero también en el sector público. La leyenda urbana de que el empleado público sale muy pronto y (por eso) trabaja poco no es cierta. Cualquiera que haya trabajado en el sector público habrá podido comprobar que a partir de ciertos niveles (obviamente no es los inferiores) las tardes empiezan a partir de las cinco (comida + siesta de más de dos horas) y se prolongan hasta bien entradas las ocho.

Es paradójico que en plena crisis el problema de la conciliación se esté agravando. Por una parte repite hasta la saciedad la cantinela de que "hay que trabajar más por menos" frente a "hay que trabajar mejor y ser más productivos"; por otro está el temor de los empleados a dar argumentos (saliendo antes) a aquéllos que preparan las largas listas de EREs y/o despidos.

En éste, como en otros muchos temas, vamos por mal camino. Si como se dice es momento de ahorrar y ajustar, iniciativas como las del Ayuntamiento se deben aplaudir porque racionalizar implica precisamente eso, buscar soluciones que pasan por ajustar los recursos a las necesidades y sacarles el máximo rendimiento. Y eso no sólo se logra en función de los topicazos que todos conocemos.

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