El otro día hablábamos de colaboración público-privada en términos de concepto distinguiendo este tipo de fórmulas de otras (como las privatizaciones) con las que tienden a confundirse.
Comentaba que siendo una posibilidad interesante, en ningún caso son la fórmula perfecta para la prestación de servicios públicos. Presentan luces y sombras.
ALGUNAS VENTAJAS
Para la Administración:
- Mejor relación calidad / precio,
- Aprovechamiento de habilidades del sector privado,
- Transferencia y gestión de riesgos compartida,
- Entrega más rápida,
- Aprovechamiento de economías de escala,
- Aprendizaje de especialistas,
- No computan en déficit.
Para el sector privado
- Acceso a nuevos negocios con financiación pública (por ejemplo, a la utilización del dominio público),
- El contexto de la colaboración reduce riesgos,
- Añade un plus de responsabilidad social corporativa,
- Aprovechamiento de know-how
Para los ciudadanos: obtienen servicios en cantidad, calidad y rapidez que de otra forma sería más complicado
Pero también.... INCONVENIENTES / RIESGOS
- Control difuminado,
- Sobreexplotar el instrumento por parte de los políticos (obligaciones a futuro),
- Impacto en la reputación. Traslación de los resultados al debate político. El fracaso siempre apunta a los políticos,
- Para el sector público es complicada su gestión (escasea el perfil adecuado en sus plantillas),
- Difícil alinear la lógica político / administrativa con la empresarial,
- Límite de la capacidad de maniobra del entorno político.
Por tanto bajo mi punto de vista hay que poner en valor las fórmulas de CPP pero desmitificarlas en cuanto a la obtención de resultados de forma automática. En sí mismos no son más eficientes o más costosos y pueden fracasar (hay buenos ejemplos de ello - las autopistas radiales de Madrid).
El secreto está en tener claros los objetivos, saber elegir socios, encontrar una fórmula de colaboración adecuada y saber cómo gestionarla. Lo cual no es nada fácil, por cierto.
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