El pasado jueves celebramos en ESADE el acto titulado Ética pública y Valores para la Gobernanza, enmarcado dentro de la serie sobre Administración inteligente que empezamos el año pasado. La verdad es que fue un acto magnífico. Desde aquí aprovecho para agradecer todas las felicitaciones que me han ido llegando y obviamente también a los ponentes que estuvieron excepcionales.
La presentación del acto corrió a cargo de Angel Castiñeira, director de la Cátedra de Liderazgo y Gobernanza Democrática de ESADE y Antonio Díaz, director de Estrategia y Formación de la FEMP que desgranaron desde diferentes puntos de vista el significado de la ética dentro de la cosa pública: a nivel conceptual como palanca rectora de sociedades sanamente democráticas o como herramienta básica par la mejora de la gestión pública.
A Jordi Sevilla le planteamos una cuestión espinosa muy de actualidad: la desafección de ciudadanos y Administración en general hacia la política. Sobre lo primero destacó que la política es confianza y que ésta hay que ir ganándosela poco a poco sobre todo haciendo lo que se dice. En caso contrario entramos en procesos de degradación política (cinco etapas): ciudadanos comprometidos, ciudadanos perplejos, ciudadanos cabreados, ciudadanos desconectados y ciudadanos desaparecidos (más detalle en su blog). Sobre lo segundo, en su opinión, falta reflexión en la clase política sobre la Administración y lo ilustró con el ejemplo de cuando los políticos ocupan un cargo y se suben al coche de la Administración es como si no supieran qué neumáticos, gasolina o frenos llevarían. Esto trae consigo que los procesos de reforma salgan por casualidad y acabe por imperar un pacto implícito en la relación política-Administración yo hago que no me entero de lo que haces , tú haces como que trabajas.
La segunda cuestión que le planteamos fue sobre los instrumentos para construir en otra dirección, por ejemplo la experiencia del Código de Buen Gobierno que logró aprobar como ministro. En su opinión, no tenemos bien establecidos los mecanismos de control / sanción de conductas poco adecuadas y depositamos la confianza en un control mediante el código penal, el cual no es eficaz (por los plazos) ni ajustado (hay cosas que no están bien pero penalmente no son castigables). El Código de Buen Gobierno pretendía ser simplemente una norma donde se plasmara con sentido común lo que está bien y lo que no, similar a los que existen en el ámbito empresarial. Más allá de la letra un vínculo de confianza con los ciudadanos. El problema es que han pasado más de dos años y sólo se ha desarrollado un apartado: la publicación de los patrimonios de los altos cargos del Estado.
El profesor J.A. Marina reflexionó sobre uno de los temas que más ha estudiado, la interacción de las inteligencias: ¿cómo juegan entre sí?, la inteligencia práctica y el problema de su articulación entre los diferentes niveles de la cosa pública: la política (cada vez más autista), la Administración y la sociedad civil (estas últimas cada vez más alejadas). Bajo su punto de vista lo teórico se resuelve conociendo la solución , no al revés (las soluciones teóricas pueden no funcionar). La política y la ciencia administrativa abordan problemas prácticos en entornos complejos. La culminación de la inteligencia práctica es la ética.
Según Marina la ética está al servicio de las sociedades para facilitar una convivencia en dignidad y felicidad: las cuatro grandes creaciones humanas (cientifismo, tecnología, mercado y democracia) se desarrollan dentro de un marco ético. A corto plazo se puede vivir sin ética con el problema de cuando se premia la impunidad. A largo plazo es imposible. El capital ético crece según la forma de resolver conflictos.
Posteriormente se abrió un coloquio en el que se plantearon temas diversos:
- Profesionalización de la Administración: Jordi Sevilla no cree en la Administración profesional porque numerosas decisiones tomadas a nivel técnico son también decisiones políticas y deberían a estar sujetas a responsabilidad. Por el contrario J.A. Marina apostó por la administración profesional, por separar qué es ideologizable y qué no (por ejemplo los criterios de eficacia y eficiencia). En su opinión, organizar es una tarea muy difícil que alguien tiene que saber hacer ya que la Administración es una máquina muy cara si no funciona bien; uno de nuestros problemas es precisamente que la Administración está organizada por "aficionados".
- Democracia, cómo conjugar mayorías y minorías: ambos coincidieron en que es una cuestión no resuelta todavía, la solución vendrá por aproximaciones sucesivas.
- Dignificar la función pública: J.Sevilla recordó que el funcionario tiene asegurado el trabajo, pero no el puesto de trabajo y que teóricamente hay mecanismos para evaluación del desempeño (otra cosa es que se haga). Además se preguntaba si las organizaciones públicas funcionarían igual si dispusieran los incentivos económicos de las empresas privadas, seguramente no. Según Marina la función pública ha ido perdiendo su deontología profesional y está extendida la idea de que "se ha trabajado mucho para acceder al puesto" (¿y luego qué?); haría falta un proceso pedagógico para los que ya están en la Administración.
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