Crisis... mucho más que crisis en el sector público
En estos tiempos difíciles hay que intentar pensar en positivo. Se dice que las crisis tienen también aspectos que invitan en ese sentido. Que las cosas estén tan mal hace necesario más que nunca que afloren ideas, se piense en hacer las cosas distintas y se rompan viejos patrones: un estímulo para salir de rutinas, ponerse las pilas y arriesgar. Estoy convencido que esto es verdad: dentro de unos años, con la perspectiva que otorga el tiempo, comprobaremos cómo los que han optado por esta vía han salido antes del túnel y en mejores condiciones.
Lo que ya no estoy tan seguro es que la idea anterior sirva para el sector público. Es decir, tengo mis dudas que la crisis esté teniendo ese efecto positivo de servir para estimular el cambio de chip que es necesario. Reconozco que no puedo comparar la situación actual con otras anteriores: en la pasada recesión del 92-93 era un estudiante universitario y tampoco creo que habláramos de lo mismo.
Sin embargo la percepción que tengo es que la crisis está produciendo un efecto de bloqueo y tiene a los que deberían asumir el liderazgo un tanto acongojados sin saber por donde tirar. Se está optando por aplicar recetas re-que-te-conocidas, que solucionan poco y cabrean a la gente, o por la comodidad del tran-tran del día a día. Esto lógicamente es algo que va calando en las distintas capas administrativas y provoca en las personas (a diferentes niveles) desconcierto, pasividad y preocupación.
Por estos lares del sector público, de estímulos creativos, riesgos y nuevos horizontes nada de nada. Es frustrante que lo que debería ser una oportunidad no la estemos aprovechando porque ciudadanos, empresas y trabajadores públicos, la sociedad en general, no nos podemos permitir esta situación. Sin querer ser demasiado pesimista poco estamos aportando. Cuando salgamos del túnel a ver en qué condiciones lo hacemos.
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