El otro día pude asistir a la conferencia de Simon L. Dolan titulada "La dirección por valores: Una nueva cultura organizativa de compromiso, lealtad y motivación". Me resultó muy interesante, en especial si tenemos en cuenta que la apuesta por la innovación requiere nuevas técnicas directivas que sean capaces de generar las condiciones de entorno necesarias para facilitar la adopción de nuevas pautas culturales.
Una de las técnicas que se empieza a poner de moda es la dirección por valores. Aunque la conferencia estaba enfocada al ámbito privado y tenía elementos propios de la cultura anglosajona del trabajo y de la empresa (cuya implantación en nuestras empresas quizá no sea posible) siempre se aprende algo que puede servir, como mínimo para aportar un granito de arena al debate sobre la innovación.
La dirección por valores parte de la premisa que "para generar compomiso, lealtad y motivación de los trabajadores,las organizaciones del siglo XXI necesitan una nueva cultura" y más, en un mundo más complejo y globalizado. Considera que la organización es como un ser humano, compuesta de cuerpo (financiación, imagen externa e interna, procesos, etc. ) pero también de alma (visión, misión, valores), en el que hay valores finales (visión, misión), valores instrumentales (económicos) y valores emocionales (confianza). De lo que se trata es utilizar los valores como cauce estratégico, creando una visión compartida como fuerza que permite que toda organización se comprometa a lograr un sueño.
A medida que escuchaba lo anterior no podía evitar pensar en nuestras organizaciones públicas y en los diferentes estilos directivos que en ellas se prodigan. Me acordaba de los "directivos generales de brigada" que aún practican la dirección por instrucciones que se puso de moda en los años 20: ¡"esto es una orden"! y se quedan tan anchos. O de los "directivos visionarios" con alto concepto de ellos mismos en el papel de "líderes dogmáticos a quienes todos han de seguir".O los "directivos controladores" cuya más alta misión es saber dónde están en todo momento sus subordinados, qué hacen, qué escriben, corregir hasta la última coma, enmendar sus gestiones. Todo ello lejos de la dirección por valores, a la que quizá lleguemos algún día. ¿Quién sabe?
De momento, al debate sobre la innovación añadimos el libro de S. Dolan: Managing by Values.
¿Esto no está bien, mas bien para una O.N.G. ?
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