Publicado El País 05.03.2014
Las redes sociales empiezan a ser una
tecnología madura. Su uso está plenamente popularizado: más del 70% de
los españoles está conectado a Internet, principalmente a través de
teléfonos móviles, y es éste el canal más frecuente de acceso a las
herramientas de Web 2.0.
Distintas Administraciones Públicas empiezan a ser conscientes de la
importancia de estar en la red social y se han embarcado en un auténtico
frenesí de perfiles institucionales en las plataformas 2.0 más
visitadas (twitter o facebook principalmente). Una dinámica que no debe
sorprender y en la que han cobrado protagonismo como vanguardia interna
gabinetes de prensa o departamentos de comunicación por cuanto las
actuaciones en redes sociales permiten llegar a amplios espectros de
público objetivo a un mínimo coste.
Nos encontramos ante un escenario donde lo importante hoy no es tanto estar sino cómo estar;
es decir, ya no toca preguntarse si es conveniente abrir paso a la
Administración 2.0 en una determinada institución, sino plantearse cómo
gestionar con inteligencia la presencia en redes sociales para obtener
retornos efectivos de la misma.
El desafío es que la Administración empiece a escoger con criterio
hacia dónde apuntan sus apuestas 2.0 siendo capaz de determinar cómo las
herramientas de web social pueden o no dar soporte a su misión en los
aspectos clave de creación de valor público que tiene encomendados.
Por tanto es hora, no sólo de actuar, sino también de pensar en términos 2.0. y hacerlo a corto, medio y largo plazo.
En este sentido, siendo el compromiso político importante no conviene
sobrevalorarlo por cuanto muchas de las iniciativas pueden contemplar la
simple adaptación de pequeñas buenas prácticas en nichos muy concretos
—no toda la Administración puede ni debe ser 2.0— frente a ambiciosos
proyectos de amplio alcance pero costosos y con resultados inciertos.
La extensión por contagio, con un inicio bien focalizado que
proporcione buenos resultados y vaya animando a otras unidades o
servicios, es por tanto muy recomendable.También lo es no subestimar a
los empleados públicos ya que muchos de ellos son presumiblemente
activos en las redes sociales en su ámbito privado y tan sólo requieren
un pequeño empujón haciéndoles ver la utilidad de las mismas en el
servicio público. La formación para funcionarios en gestión inteligente
de redes sociales es más necesaria que nunca.
No se trata de infravalorar ni sobrevalorar las posibilidades que la
Web 2.0 ofrece a las Administraciones públicas sino de reconocer que es
un nuevo campo que debe explorarse con criterio y puede deparar tanto
decepciones como gratas sorpresas.
Eso sí, siempre y cuando haya
objetivos y expectativas de resultados ciertos
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