jueves, 10 de octubre de 2013

Músculo y grasa administrativa

Llevamos más de 300.000 empleos públicos perdidos durante esta crisis. La tendencia se irá acentuando a corto plazo por la (casi) nula tasa de reposición y el envejecimiento progresivo de unas plantillas públicas que, ya antes de la crisis, daban cuenta de una edad media elevada. Y eso que España es uno de los países cuyo tamaño de sector público es de los menores dentro de los países avanzados.


El horizonte a cinco años nos permite pues aventurar que el sector público saldrá muy mermado de capacidades. Algo que desde la perspectiva ciudadana debería ser preocupante porque lo público, lejos de las simplificaciones interesadas que lo caricaturizan como un reducto de enchufados y paniaguados, crea valor, mucho valor. El problema es que dicho valor es intangible y tiende a verse como un gasto improductivo. Quien tenga dudas de lo que hablo puede comprobar los efectos del cierre del gobierno federal de los EEUU .

Los más de medio millón de empleos que se perderán eliminarán mucho de grasa y algo de músculo, no se sabe en qué medida de uno u otro. Pero a buen seguro la grasa eliminada no se regenerará en forma de más músculo ni  necesariamente se plasmará en una Administración que mantenga la creación de valor público pero de forma más eficiente.

El problema como siempre está en los extremos. Presentándose una magnífica oportunidad para convertir parte de esta grasa en músculo y reforzar el talento y las capacidades en el marco de un nuevo modelo administrativo, pasamos de un modelo elefantiásico con una Admninistración anquilosada y víctima de su propia incapacidad para adaptarse al ritmo de los tiempos a unas reformas administrativas cuyo efecto serán una Administración que variando poco su funcionamiento se vea severamente recortada en sus capacidades. Es decir, de una Administración que actúa ineficientemente a una Administración que seguirá siendo ineficiente pero que actuará mucho menos, dejando un vacío que de ser rentable ocupará el mercado y de no serlo quedará ahí como una merma en el servicio prestado a los ciudadanos.

Otros efectos son la pérdida producida en términos de calidad del empleo y en cómo éste se reparte por el territorio. En definitiva, menos cohesión y menos clase media. Es el cambio de modelo.

1 comentario:

  1. Lo peor de todo es que esos 300.000 empleos que no se han "repuesto" en muchos casos han sido sustituidos por contratos a empresas donde ahora se paga más dinero a menos empleados peor pagados (y en muchos casos peor formados) para realizar
    trabajos que antes hacían funcionarios que habían accedido a los puestos por mérito y capacidad.
    Eso sí, los directivos de las empresas sacan tajada del dinero público con el único mérito de haber ganado el concurso correspondiente.

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