miércoles, 17 de abril de 2013
Lo público, sobra (?)
Se llama efecto "exposición” a aquel por el que lo que más se ve, se convierte en lo que más gusta y al final acaba siendo lo comúnmente considerado como natural. En términos de comunicación, sería aquello de que para convertir algo en opinión generalizada y verdad absoluta no hay más que repetirlo y repetirlo para que a fuerza de dicha repetición el efecto acabe lográndose.
Vivimos tiempos en los que la ciudadanía ha hecho suyas, a modo de dogmas inmutables, afirmaciones del tipo: "lo público supone un gasto innecerario", "lo privado es más eficiente y funciona mejor ", "los políticos son unos corruptos", "las Administraciones están pobladas de funcionarios vagos e improductivos", "todo el personal laboral es un enchufado", "sobran miles de empleados públicos", etc.....
Curiosamente son esos mismos ciudadanos los que en encuestas sociológicas valoran de forma positiva muchos de los servicios públicos y se quejan cuando cuando de forma directa le afecta el cierre de un quirófano, el mayor tiempo de espera en el metro, o la falta de apoyo a un familiar dependiente.
Esta paradoja se explica por una suma de causas que todas ellas tienen en conjunto un efecto perverso. Por un lado la insuficiente capacidad de pensamiento crítico de una ciudadanía a la que resulta más fácil la compra de titulares mediáticos que el análisis de matices e impactos . Por otro, el desprestigio de lo público (nada casual, por cierto) realizado desde estamentos con claras intenciones en sustituir el interés general por intereses particulares. Por último, el granazo de arena con el que han contribuido desde hace décadas una función pública más pendiente de sus intereses de clase que del bien común al que teóricamente deben servir.
Hoy ante la pregunta "lo público, ¿sobra?" probablemente nos encontraríamos con una mayoría de respuestas afirmativas. El problema de este estado de opinión generalizado que estigmatiza lo público, a priori, deja el camino expédito a políticas destinadas al recorte y adelgazamiento cuyo efecto no puede ser otro que un sector público marginal o Administración low-cost. Un camino cuyas consecuencias son imprevisibles y de difícil marcha atrás.
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