Evaluar sí, pero bien
Hace unos días me entrevistaron en Expansión sobre el impacto de la evaluación del desempeño y la asignación de incentivos en el ámbito del empleo público. Os copio el reportaje completo por si es de vuestro interés:
La rutina del procedimiento complicará evaluar a los empleados públicos
Los expertos creen que para implantar con éxito un
sistema de retribución variable, tal como planea el Gobierno, se
debería poder evaluar al funcionario en función de objetivos, lo que es
incompatible con la rutina de de completar el procedimiento que impera
en las administraciones públicas españolas.
La premisa para evaluar es que exista cultura de gestión por
resultados; sólo así se puede construir un sistema que evalúe la
contribución de los empleados públicos a diferentes niveles. Hasta ahora, la Ley de Presupuestos marcaba bolsas de productividad
para los funcionarios, pero es un parámetro más estructural que real.
Sólo en algunos departamentos de la Administración, como la Tesorería
General de la Seguridad Social o la Agencia Tributaria o el cuerpo de
Abogados del Estado, incluyen criterios de productividad en los salarios
de sus empleados públicos. El sistema de retribución por objetivos en
las plantillas públicas no está demasiado extendido en nuestro país.
Francisco Ivorra, director de la Consultoría de Recursos Humanos de PwC y colaborador del Centro de Innovación del Sector Público de PwC e IE, añade que en "en algunas comunidades autónomas hemos identificado algunas buenas prácticas en este ámbito, pero está menos generalizado y en administración local y central están llegando con un poco más de retraso, con iniciativas más enfocadas a servicios que con carácter global".
Los expertos en gestión pública creen que para que este modelo retributivo tenga éxito, es necesario implantar la cultura del incentivo en las plantillas públicas en vez de basarse en la rutina de cumplir el procedimiento. "Por lo general, los casos de éxito vienen ligados a sistemas públicos fuertemente orientados a resultados como los nórdicos o los anglosajones", señala Cortés. "La premisa para evaluar es que exista esa cultura de gestión por resultados; a partir de ahí se puede construir un sistema que evalúe la contribución de los empleados públicos a diferentes niveles".
Los casos de éxito vienen ligados a sistemas públicos fuertemente orientados a resultados como los nórdicos o los anglosajones.
Este experto cree que primero habría que extender en los ámbitos del sector público que corresponda, no necesariamente en todos, una cultura de orientación a resultados, abandonando la vieja cultura de gestión por procedimientos instalada en las Administraciones. "Una vez que cada organización pública tenga perfectamente definidos sus objetivos impactos en el marco de una política pública, se podrán ir desgranando esos objetivos en los diferentes niveles de responsabilidad. El cumplimiento de los objetivos generales, unido a los orgánicos y personales que se tengan atribuidos sumados a la valoración por competencias de cada empleado, es lo que debería ser el conjunto de la evaluación. Además de los datos neutros que dan las cifras, es preciso eliminar la subjetividad haciendo intervenir a diversos responsables (no sólo el directo), colaboradores externos e internos y colegas de similar nivel".
Ivorra subraya que "la adopción de la filosofía de la dirección por objetivos no es una opción para las administraciones públicas, sino un imperativo legal derivado de la Ley General de Presupuestaria, que declara que su actividad económica-financiera tiene como fines el desarrollo de objetivos y el control de la gestión de los resultados. En este sentido, resulta por tanto preciso que los objetivos se expresen en términos de resultados, y no como metas genéricas". Ahora bien, es fundamental "establecer mecanismos que hagan posible que el discurso político se convierta en acción: necesidad de planificar de la administración, gestión proactiva para anticipar soluciones y establecer la responsabilidad por el cumplimiento de los objetivos y metas planificados".La adopción de la filosofía de la dirección por objetivos no es una opción, sino un imperativo legal derivado de la Ley General de Presupuestaria
Ivorra cree que sí que habría que extender el pago por objetivos a todos los funcionarios y empleados públicos. "Resulta difícil imaginar que el trabajo de determinados empleados o colectivos públicos está exento de medición. Eso no quita que es importante definir el nivel de despliegue adecuado -de organización, departamento/servicio, individuales-, los objetivos cuantitativos y cualitativos y el nivel de afectación y alineamiento de otras políticas". Añade que la responsabilidad para que el modelo funcione no sólo recae en los gestores o en los directivos públicos, sino en todos los empleados de las Administraciones Públicas, "porque la gestión por objetivos debe ser entendida, asumida e impulsada por todos. Adicionalmente, todos estos procesos requieren de una supervisión desde recursos humanos al objeto de ajustar y asegurar la ejecución homogénea. Esto ocurre tanto para organizaciones que se enfrentan por primera vez como aquellas ya maduras en estas prácticas de gestión".
La responsabilidad para que el modelo funcione no sólo recae en los
gestores o en los directivos públicos, sino en todos los empleados
públicos
Ventajas, pero también inconvenientes
Estos especialistas ven ventajas, pero también inconvenientes, al modelo retributivo variable. "Si el sistema de evaluación está bien planteado las ventajas son indudables: mejora en el rendimiento de las organizaciones, activación de la energía institucional, puesta en valor de las inquietudes de los empleados o la optimización en la asignación de recursos", detalla Cortés.
"Pero los inconvenientes también existen y suelen ignorarse: son sistemas complejos, con una importante carga burocrática, que consumen esfuerzos y emociones por todos los que participan. Los objetivos no siempre son fácilmente cuantificables; hay riesgo de subjetividad y que el incentivo o la sanción no esté alineado con las inquietudes de las personas". Asimismo, se pueden dar disfunciones en determinados servicios públicos, según sugieren algunos sindicatos de Función Pública. Por ejemplo, en los servicios de atención al público la evaluación puede ser más sencilla, como el número de personas atendidas, encuestas de grado de satisfacción, etcétera, pero ¿qué criterio se seguiría para medir el desempeño en profesiones tales como los médicos, los policías o los profesores, por poner sólo algunos ejemplos?
Mejor ningún modelo a uno malo
Según Cortés, estas disfunciones se pueden producir. "Un buen sistema de evaluación es altamente complejo y no es fácil de diseñar, por eso en la práctica se adoptan medidas simplistas que establecen resultados fáciles de medir, pero que no explican o contribuyen a solucionar el problema público en cuestión. Por ejemplo: es muy fácil a un policía medir por número de multas emitidas pero, ¿eso contribuye a reducir el número de accidentes, si ése es el objetivo?", se pregunta. Será preciso vencer cierta resistencia de los centros gestores basadas en la percepción de que redundarán en una mayor vigilancia
Ivorra añade que el pago por objetivos, sin duda, "contribuye a la recuperación de los valores y sentido propio de la Administración al Servicio del Ciudadano, es un modelo de gestión que a través de objetivos e indicadores permite comunicar la estrategia y los valores del organismo y medir si se llevan a cabo. Además, es una herramienta de gestión que ofrece una mayor agilidad y operatividad en sus procesos de toma de decisiones, lo que da soporte a los retos futuros de la Administración". Asimismo, "facilita a los responsables de la organización ‘operativizar la estrategia’, es decir, transformarla en objetivos operativos relacionados entre sí y dotarlas de indicadores que permitan medirlos, potencia la asunción de responsabilidad del directivo público como gestor de recursos públicos y permite captar talento profesional procedentes de otras disciplinas".
No obstante, Ivorra coincide con Cortés en que la fórmula no está exenta de dificultades. "El establecimiento de un sistema de indicadores no es una cuestión exenta de dificultades: En primer lugar, será preciso vencer cierta resistencia de los centros gestores basadas en la percepción de que redundarán en una mayor vigilancia". La contrapartida no siempre debe ser económica: hay otras como el desarrollo profesional o el refuerzo de confianza que muchos funcionarios darían por bueno,
Pensar en términos de inversión, no de gasto
Cortés explica el retraso de la aplicación del pago por objetivos, prevista en el EBEP desde hace cinco años. "El desarrollo del EBEP -no sólo en este ámbito, sino en todos- depende de muchos factores, entre los cuales podríamos citar una creencia que se incrementaría el coste de personal, la oposición de ciertos colectivos de empleados públicos reacios a la puesta en marcha de cambios que modifiquen sustancialmente sus condiciones, o simplemente que hay otras prioridades en la agenda política como es la lucha contra el déficit". Pero, ¿es cierto que es modelo puede salir caro para las Administraciones Públicas? Cortés cree que es un error pensar en estos términos. "Si se piensa en alicientes de tipo económico y se plantea un buen sistema de evaluación por desempeño, quizá a corto plazo sí supondría un incremento del gasto que nadie quiere afrontar en este momento".
En ese caso, "depende cómo se plantee, pero los hipotéticos mayores costes de hoy se amortizarían con creces con el ahorro y el beneficio de mañana. Pero la contrapartida no siempre debe ser económica: hay otras como el desarrollo profesional o el refuerzo de confianza que muchos empleados públicos que darían por bueno en compensación al cumplimiento de objetivos".
5 comentarios:
Oscar, ¿estás de acuerdo con lo que dice el artículo?. ¿Crees que completar los procedimientos administrativos es un obstáculo para evaluar el rendimiento de los trabajadores públicos?
Yo no he dicho eso.....Esa es la aportación periodística y el titular que se han sacado de la manga. Completar los procedimientos y cumplir las leyes es un supuesto básico que no tiene nada que ver con lo otro. Lo que yo dije está entrecomillado y viene a resumir la siguiente idea: la evaluación del rendimiento tiene dos componentes, la personal y la de resultados de la unidad + organización. Para esto segundo primero hay que ser capaz de definir objetivos y después ser capaz de evaluar. Se requiere - no en todas pero sí en muchas organizaciones públicas - evolucionar de una cultura basada en que el objetivo es cumplir el procedimiento una cultura de orientación a resultados en términos de impacto para los ciudadanos.
Ahora bien, los resultados para los ciudadanos pueden en muchos casos ser precisamente que se complete el procedimiento.
Así por ejemplo en la Oficina de Patentes, el procedimiento de registro de patentes existe para garantizar el derecho de los ciudadanos a ver protegida su propiedad industrial.
Por lo tanto, la evaluación de resultados de los servicios de la OEPM y de sus trabajadores debe estar basada precisamente en lograr que se realicen el mayor número posible de registros de patentes, en el plazo más breve posible, y con el menor coste posible, todo ello dentro de las garantías jurídicas establecidas por la Ley de Patentes.
Por lo tanto, para mi el titular podría bien ser justo al contrario: "La correcta ejecución de los procedimientos administrativos, uno de los mejores métodos para evaluar el rendimiento de las AAPP y de sus trabajadores."
¿Qué opinas?
Como dije el artículo el sector público es extremadamente heterogéneo. Dependerá de la misión de la organización pública y de los objetivos que en función de la misma se establezcan. Hablas de la OEMP y de sus objetivos; en base a ellos se deberían medir los resultados. Para lograr los objetivos hay que cumplir unos procedimientos que den garantías, pero ojo, eso va inherente a la obtención de resultados. Los objetivos irían en torno al nº de patentes, los tiempos en obtención y los costes.
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