Pasan los días y vamos viendo cómo la efervescencia inicial del movimiento 15M pierde la fuerza de la calle y busca nuevas formas de mantener viva la llama de sus reivindicaciones. Una de ellas hace referencia a abrir nuevas vías de participación política para que los ciudadanos tengan más opciones para participar en la vida pública que el "voto-cada-cuatro-años" . Piden en definitiva un sistema político-institucional más abierto.
No es nada nuevo de lo que venimos reclamando en éste y otros blogs desde hace tiempo: la realidad social que vivimos hace necesario un gobierno -en sentido amplio de legislativo,ejecutivo y Administración- más abierto. Pero también hemos denunciado que son la propia estructura de partidos políticos y el sistema político-administrativo existente los que constituyen los mayores frenos para el gobierno abierto.
Esa es la verdadera causa de que, más allá de iniciativas puntuales vinculadas a ciertas aplicaciones tecnológicas, sea complicado encontrar una apuesta decidida por el gobierno abierto en cualquiera de nuestras Administraciones. No olvidemos que las propias estructuras jerárquicas y de poder que suponen los partidos políticos son, por su propia naturaleza, sensiblemente incompatibles con lo que entendemos por "abierto", por más que se esfuercen en elaboradas apuestas estéticas de maquillarse para unas elecciones o aparentar cercanía a ciertos movimientos sociales "de vanguardia".
Teniendo en cuenta que la política ostenta la superior dirección de las instituciones públicas estamos hablando de algo así como "poner al zorro a cuidar las gallinas" . Los resultados ahí los tenemos: salvo honrosas excepciones no acaba de cuajar el gobierno abierto en nuestro ecosistema público.
Por ello, como he venido advirtiendo muchas otras veces, es preciso que no nos dejemos llevar por deslumbrantes espejismos: los cambios hacia el gobierno abierto tienen que ser tan profundos que tienen que llegar hasta las raíces de los pilares del propio sistema.
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