Muy interesante el documento de Conclusiones del Comité de Expertos en Administración Pública de Naciones Unidas que os comenté en el post del otro día. Un buen ramillete de "sabios" provenientes de diferentes países y, por tanto, diversas culturas político-institucionales que, en su reunión del pasado mes de abril, reflexionaron sobre cuáles serían los retos y oportunidades de la Administración pública en el contexto de la crisis financiera y económica.
Una cosa me llama poderosamente la atención: cómo y cuánto han cambiado las cosas desde la fecha de dicha la reunión. Por aquel entonces estaba asumido técnica e ideológicamente que la respuesta a la crisis se basaba en una vuelta al papel de lo público tanto en su vertiente de motor para reflotar la economía (keynesianismo) como regulador de ciertos mercados cuyo mal control o no control habían provocado el desastre financiero. Pero la crisis de deuda de mayo y junio ha cambiado por completo el panorama y actualmente la agenda dicta austeridad, austeridad y más austeridad en el gasto público.
Hecha esta salvedad algunas conclusiones hoy parecen papel mojado como por ejemplo el fomento de la capacidad de liderazgo en el sector público en la crisis financiera y económica. Con la austeridad, difícilmente. Otras, sin embargo, mantienen toda su vigencia y además van en la misma dirección que nos hemos manifestado repetidas veces en este blog.
Por ejemplo:
- Fortalecimiento de la gobernanza pública para lograr una respuesta rápida y coordinada. Difícil, pero imprescindible restablecer la confianza en el gobierno mediante valores morales y la integridad de los procesos públicos. Más difícil todavía, pero aún más necesario el establecimiento de mecanismos reforzados de gobernanza política y económica a nivel global. Problemas globales necesitan soluciones globales. Obvio, ¿ o no? ... cuando de lo que hablamos es de conflictos de poder y los delicados equilibrios de la geopolítica.
- Prestación de servicios públicos centrados en ciudadanos. La idea no sólo se refiere a la clásica de captación e interpretación de las necesidades sociales para la formulación de políticas públicas. Sino a algo más innovador, con más fuerza para el presente-futuro: plantean aumentar no sólo la participación sino también el empoderamiento. No hay buenos gobiernos sin buenos ciudadanos (Alorza dixit).
- Transparencia y rendición de cuentas. Precisamente el representante español, Francisco Longo, apuesta por el gobierno abierto como una de las soluciones. Pero ojo, advierten de justo lo que últimamente me lleva a mayor reflexión alrededor de esta idea: la complejidad de la transparencia requeriría incluso un cambio de valores y visión; o la apertura podría entrar en conflicto con otros valores públicos como el buen desempeño, la equidad social, el derecho a la intimidad y la representación democrática. Según uno de los expertos, los beneficios de la transparencia son claros, pero lo difícil es saber cómo pasan a la práctica: el secretismo y la aversión al riesgo de la AAPP, la falta de conciencia ciudadana en cuanto al derecho a la información y sus beneficios, y la aplicabilidad de las TIC en contextos donde predominan las tradiciones orales y el contacto personal.
El éxito , aparte del uso de herramientas tecnológicas, radicaría en adecuadas campañas de información pública, códigos de conducta o capacitación de empleados públicos. Por tanto, no sólo de instituciones y normas oficiales sino también de normas oficiosas como normas éticas, valores democráticos y compromiso político. Lo dicho, la dimensión ética del open government.
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