miércoles, 22 de septiembre de 2010

¿Un 25% menos de Administración?


Con algunos procesos electorales por delante ya sabemos que los políticos se animan a llenarse la boca de promesas que en el oido del electorado suenen bien. La última la del canditato de CIU a la presidencia de la Generalitat que anuncia que si gana "reducirá la Administración catalana un 25%".

Dicho así no sabemos muy bien lo que quiere decir porque es tan ambigua la afirmación que de todo lo que puede ser , quizá acabe siendo nada. Podemos entender Administración como el todo o únicamente el sector público administrativo o el sector público empresarial; podemos entender Administración como la estructura completa de puestos de trabajo o únicamente los órganos superiores de dirección; podemos entender Administración como el nivel central o el territorial o ambos; podemos entender Administración como el personal de confianza o los interinos (a los fijos en principio no se le puede tocar).

Hay muchas formas de enteder la Administración pero muy complicado afrontar la realización de este tipo de anuncios, al menos tal y como aparecen. La dificultad estriba que nadie quierer poner el cascabel al gato y afrontar la raiz del problema: un modelo burocrático universal que nadie se atreve a cuestionar.

Me explico. El diseño de nuestras Administraciones (especialmente la estatal y autonómica) responde, todavía hoy, a los principios de organización maquinal que Webber consagró a comienzos del siglo pasado: verticalidad, jerarquía, división de funciones, poder de la tecnoestructura y preminencia del puesto de trabajo frente a la persona. La realización material de todo ello da lugar a lo que tenemos, ni más ni menos: burocracias que tienden a expandirse porque nadie realmente afronta un modelo de Administración pública diferente.

Cosas se pueden hacer pero no se hacen porque al poder burocrático, el poder político acaba respondiendo con timidez. Vayamos de abajo arriba en la pirámide administrativa para comprobar algunas de las disfunciones presentes.
  1. Puestos base con funciones obsoletas y división funcional exagerada.

  2. Heterogeneidad de puestos de mandos intermedios (jefes de sección, etc.). Bajo nivel de supervisión (spam). Se busca satisfacer las aspiraciones de una carrera profesional subiendo de un nivel a otro.

  3. Órganos directivos que crecen a medida que aumenta la estructura de puestos intermedios (inspecciones de servicios, subdirecciones generales adjuntas, jefaturas de área, etc.)

  4. Amplias y poderosas tecnoestructuras con una carga estructural importante.

  5. Órganos superiores de dirección (subsecretarías o secretarías generales técnicas) que se replican de un departamento a otro.

Comprobamos por tanto que la cuestión es de mayor calado que la simple reducción por decreto de un puñado de puestos. Implica un cambio de pensamiento, una adaptación de todo un modelo administrativo a una nueva realidad. Mientras esto no se produzca seguiremos (casi) igual.

2 comentarios:

  1. Parcialmente de acuerdo con tu artículo, aunque me gustaría aportar un par de cosas. Es cierto que hay muchas disfuncionalidades y cargos obsoletos y absurdos, pero por otro lado también es cierto que hay partes de la administración que requiere más personal.

    Decir que se va a reducir la administración un 25% es demasiado aventurado. Es evidente que sobran muchos puestos intermedios con funciones poco claras, pero del mismo modo también es evidente que falta personal en ámbitos como la justicia, la sanidad o los servicios sociales.

    En resumen, más que de una reducción de un 25% yo hablaría de una re-estructuración de la administración, eliminando puestos innecesarios y creando/apoyando/incentivando la incorporación a otros ámbitos donde se requiera personal.

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  2. Efectivamente @Carlos, hay áreas específicas y tipo de puestos que son necesarios mientras que otros simplemente sobran. Estoy de acuerdo

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